Jamenei planta cara a Trump

Teherán y Washington han celebrado desde el 12 de abril cinco rondas de contactos indirectos sobre el programa nuclear iraní, auspiciadas por Omán, y en medio de importantes desacuerdos sobre el enriquecimiento de uranio por el país persa. El pasado día 1, Estados Unidos hizo llegar a Irán una propuesta para un posible acuerdo nuclear. El borrador pedía a Teherán que detenga completamente el enriquecimiento de uranio en el país y, a cambio, que se forme un consorcio regional con la presencia de este estado, Arabia Saudí y otros países árabes y EE.UU. para producir energía nuclear con fines pacíficos.

Ayer se produjo la respuesta iraní, que deja claro que el régimen de los ayatolás está dispuesto a mantener el pulso con EE.UU. El líder supremo del país, Ali Jamenei, rechazó la propuesta estadounidense por considerarla contraria a los principios de “autosuficiencia” de la República Islámica y aseguró que el país continuará enriqueciendo uranio. Insistió en que Teherán no espera que Washington dé “luz verde” a sus actividades y que “un principio elemental de la independencia nacional es el principio ‘podemos’. En el asunto nuclear, el plan
de EE.UU. va totalmente contra este principio­”.

Jamenei insistió en que “una industria nuclear sin capacidades de enriquecimiento es inútil, ya que habría que depender de otros para obtener combustible para las plantas de energía”. Con todo, el líder supremo no llegó a rechazar por completo la idea de un acuerdo con Washington.

La respuesta del régimen iraní –que hará llegar a EE.UU. en una nueva ronda de contactos con mediación de Omán en fecha aún por decidir– era previsible porque, en la práctica, aceptar el acuerdo inhabilitaría la enorme infraestructura de producción de combustible nuclear del país. Y la República Islámica ha gastado miles de millones de dólares en los últimos años para construir instalaciones que han sido objeto reiteradamente de operaciones de EE.UU. y de Israel. Para Teherán, el enriquecimiento de uranio es claramente una línea roja. Pero si al final no hay acuerdo, la economía de Irán, que lleva mucho tiempo en serias dificultades por las sanciones, podría entrar en caída libre, empeorar el descontento latente de la población y generar nuevas protestas.

Teherán ve la propuesta de acuerdo nuclear de EE.UU. incompatible con su soberanía nacional

A la vista de la respuesta iraní a la propuesta estadounidense es evidente que los esfuerzos diplomáticos liderados por Omán parecen haberse estancado, ya que siguen sin resolverse desacuerdos fundamentales sobre el enriquecimiento de uranio.

Los contactos EE.UU-Irán son los primeros desde la retirada de Washington en el 2018 del acuerdo nuclear firmado tres años antes por el presidente Obama, una medida adoptada por el primer gobierno de Trump, quien ahora ha apostado por relanzar las conversaciones. El lunes, el presidente estadounidense insistió en que no permitirá a Irán enriquecer uranio. Una retórica que no impide que Washington le proponga en su última oferta continuar enriqueciéndolo a niveles bajos para fines civiles, mientras EE.UU. y otros países elaboran un plan más detallado para bloquear el camino de Teherán hacia un arma nuclear.

La última propuesta estadounidense ha coincidido con un informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que sugiere un aumento estimado del 50% en las reservas de uranio enriquecido de Irán, con una concentración del 60%, lo que supondría un claro indicador de los esfuerzos del régimen por obtener una influencia más poderosa en las negociaciones con Washington.

En paralelo a las negociaciones que mantiene con Irán, la Administración Trump también está reposicionando su política respecto de Siria, un país que ha pasado de ser el más firme aliado de Rusia en Oriente Medio durante el régimen de Bashar el Asad a cortejar a Occidente. En este nuevo marco geopolítico el líder republicano no solo estrechó hace poco en Riad la mano de Ahmed al Sharaa, presidente interino sirio y hasta hace poco calificado como terrorista, sino que le pidió que Siria se sume a los acuerdos de Abraham. A cambio, como premio, ha levantado las sanciones a ese país después de 46 años, dando un giro copernicano a las relaciones entre Washington y Damasco.

El líder supremo afirma que enriquecer uranio es la base irrenunciable del programa nuclear iraní

Ese levantamiento de sanciones abre el camino para que entre inversión extranjera en Siria y se pueda iniciar su reconstrucción tras casi 14 años de guerra, algo fundamental para la estabilidad no solo del país, sino de toda la región. Un escenario nuevo en el que Donald Trump ve una gran oportunidad de hacer negocios y de paso enviar un claro mensaje a Irán: durante las décadas del régimen de El Asad, Siria fue un enorme activo para Teherán, pero eso se ha acabado.

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