La sombra de la corrupción atrapa a Cerdán

El Gobierno que preside Pedro Sánchez, así como su partido, el PSOE, llevan tiempo bajo una severa ofensiva de la oposición, cuyo objetivo, según verbalizan los líderes populares, es la caída del Ejecutivo y la convocatoria de elecciones anticipadas. La munición disparada en dicha ofensiva, ya fuera contra el flanco familiar del presidente o contra su flanco político, ha sido de diverso calibre y eficacia, no habiendo logrado hasta la fecha doblegar la capacidad de resistencia de Sánchez. Así ha sido incluso después de que José Luis Ábalos, que hasta julio del 2021 fue secretario de organización del PSOE y ministro de Transportes, y quien fue uno de sus asesores, Koldo García, fueran investigados por la Fiscalía Anticorrupción y la Guardia Civil, que acabaron situándolos en el centro de una trama de corrupción relacionada con el cobro de comisiones por la adjudicación de obras públicas.

Pero la divulgación de numerosas conversaciones, grabadas por el asesor de Ábalos, en las que aparece también Santos Cerdán, hasta ayer secretario de organización del PSOE, y número tres de este partido, ha sido un bombazo de imprevisibles consecuencias. El desgaste que puede causarle a Sánchez es muy grande, aunque solo sea por los estrechos vínculos que mantuvo con Ábalos y que hasta ahora ha conservado con Cerdán. En la noche del miércoles, el PSOE divulgó una nota exculpatoria en la que, con toda firmeza, afirmaba que “Cerdán jamás cobró comisiones por obras públicas”. El propio Cerdán insistió horas después en que no había cometido ilegalidades. Pero, a primera hora de la tarde, dimitió de todos sus cargos, renunciando también al acta de diputado.

No había para menos. Ayer se supo que la UCO ha encontrado audios que implicarían a Cerdán en el amaño de la concesión de obras públicas. En una de las conversaciones, registradas por García, este y Cerdán reconocen que había que pagar 550.000 euros a Ábalos, procedentes de dos adjudicaciones en Murcia, y que estaba también pendiente el pago de otros 450.000 euros derivados de una obra en Logroño, una en Sevilla y otra en Tarragona. “Yo les pedí a estos lo de Sevilla (…) 550.000 euros”, le dice Cerdán a García en una de dichas grabaciones. El juez que instruye la causa en el Tribunal Supremo ve, sobre la base de tales audios, indicios “consistentes” de que el secretario de organización del PSOE pudo participar en la supuesta trama de adjudicación de obra pública a cambio de comisiones, incurriendo en un delito de organización criminal y en otro de cohecho.

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Si se prueba la veracidad de tales conversaciones, Cerdán tendrá un serio problema. Y también lo tendrán, aunque sin elementos similares en su contra, Pedro Sánchez y su Gobierno. No estamos prejuzgando aquí hipotéticas responsabilidades, que solo la justicia podría concretar. Pero sí reclamamos que personas con altas responsabilidades den explicaciones cuando la sospecha sombrea tanto sus actividades.

Porque el desempeño de sus cargos no admite comportamientos deshonrosos. Porque el silencio mantenido en las últimas semanas por la cúpula del PSOE no era de recibo. Y, sobre todo, porque lo que se espera de un secretario de organización de un partido como el PSOE, cuando participa en conversaciones en las que se habla de “mordidas”, no es que contribuya de un modo u otro a “gestionarlas”, sino que las denuncie y ponga en evidencia a quienes las cobran. Sánchez pidió ayer perdón, anunció una auditoría del PSOE y una reforma de su Ejecutiva. No había tampoco para menos. Pero el hecho de que asegurara no haberse enterado hasta ayer de las presuntas trapacerías de Cerdán no le exime de toda responsabilidad: el primer dirigente de un partido no puede ignorar irregularidades de sus colaboradores. Eso indica un descontrol de las propias filas inadmisible.

Mientras Feijóo insistía ayer, esta vez con no poca razón, en sus críticas al Gobierno y daba por insuficientes las explicaciones recibidas, Sánchez afirmaba que nunca hubiera debido confiar en Cerdán, desde hace años uno de sus principales asistentes, lo que casi equivalía a declararle ya culpable.

Feijóo ve insuficientes las explicaciones; el PSOE debe arrojar luz sobre todo lo ocurrido

No adelantemos acontecimientos. Todo proceso cuenta con sus tempos. La oposición tiene prisa por hacerse con el poder, aunque no va a presentar moción de censura, y Sánchez insiste en agotar la legislatura. El Gobierno no debería tener menos prisa para esclarecer al detalle todo lo sucedido. La hora es grave. Y la posición del Ejecutivo es hoy muchísimo más débil que ayer.

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