Racismo, xenofobia, espionaje , guerras, genocidios, asesinato de congresistas en Estados Unidos y, para completar el cuadro, Israel ataca a Irán en plenas negociaciones con EE.UU. En el mismo momento, unas grabaciones de la unidad central operativa de la Guardia Civil desvelan la conducta demoledora de José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García. La promesa de regeneración democrática de Pedro Sánchez tras desbancar al PP por el caso Gürtel y pactar un gobierno con las izquierdas y los nacionalistas ha ido a parar al cubo de la basura.
No solo eso. La perversión de la democracia causada por altos cargos del partido en el poder y los malos modos de la oposición en busca de eliminar al adversario a cualquier precio no solo socavan la confianza de los administrados hacia los representantes políticos, también minan la estabilidad del sistema, potencian el aumento de los extremismos y desmotivan a emprendedores y equipos humanos en busca de nuevos proyectos, nuevas empresas y negocios. La corrupción clientelar entre políticos y grandes empresarios crea inseguridad por una competencia sin ley imposible de vencer.

Corrupción y sectarismo son y han sido prácticas habituales en distintas esferas de las administraciones. El relato: “España es una democracia plena”, sostenido durante décadas por comunicadores, intelectuales y profesionales vasallos de uno u otro partido cuando están en el poder, ha impedido las reformas hacia una democracia plena. Cualquier vasallaje limita la capacidad crítica y más en un país en el que falla la educación democrática desde la escuela. En España, todos deberíamos tener claro que sigue sin existir una verdadera separación de poderes. Consecuencia: la corrupción campa a sus anchas.
Tras lo ocurrido en esta legislatura y las pasadas es útil recuperar los escándalos en tiempos de Felipe González. Caso Juan Guerra, GAL, Filesa, Ibercorp, Roldán, las escuchas del Cesid, todos investigados y divulgados por un tipo de medios que fueron recompensados por el gobierno del presidente Aznar. Parte de ellos alientan hoy el ascenso de la extrema derecha.
La pérdida de confianza de la ciudadanía en los representantes políticos sube y baja en función de la presión mediática y la intensidad con que se difundan los nuevos casos de corrupción. Falla la cultura democrática y es hora de enmendar las carencias que ponen en jaque el funcionamiento de nuestra democracia.
En España sigue sin existir una verdadera separación de poderes: la corrupción campa a sus anchas
Tampoco conviene olvidar que los escándalos que acabaron con el régimen de Felipe González fueron la antesala del caso Naseiro en tiempos de Aznar; de la Gürtel, Villarejo, el espionaje y los falsos montajes de corrupción contra independentistas catalanes y el líder de Podemos creados desde las alcantarillas del gobierno de Rajoy y explosionados por la prensa afín al PP.
En los últimos años, los líos con las mascarillas, los muertos en las residencias en el Madrid de Isabel Díaz Ayuso; la irresponsabilidad extrema de Carlos Mazón y de su Gobierno ante la dana con 227 muertos a cuestas se mezclan con los hechos delictivos del exministro de Sánchez y del exsecretario de organización del PSOE.
Hemos olvidado que toda cultura se basa en el pensamiento y en la creación de símbolos que luego configuran acciones y actitudes. Los símbolos del mundo de hoy son violentos, producto de intereses económicos, ansias de poder y necesidad enfermiza por mantener posiciones de privilegio. Sin pluralismo ni respeto a la diferencia y sin el más mínimo atisbo de perspectivas utópicas que alienten al ciudadano, el presente alimenta el desencanto y la impotencia.
Las descalificaciones constantes cargadas de odio, los mandatos ideológicos autoritarios, los cobros de comisiones y las manipulaciones extremas orquestadas por tierra, mar y aire han sobrepasado todos los límites, destruyendo la sensatez en los procesos electorales por confusión y agotamiento de gran parte de los electores que no saben qué pensar ni a quién creer.
Recuerdo el trabajo que coordiné con el jurista García-Trevijano, el filósofo López Aranguren, el economista y escritor Sampedro y Anguita en el lejano año 1994. Nos preguntamos si España era una verdadera democracia. La conclusión: el régimen actual es una oligarquía de partidos.