Romanticismo plástico

Estimado remitente. Me llamo Alaina Stephen y tengo 12 años. Soy de Portknockie y estoy realizando un proyecto sobre el agua, así que decidí enviar un mensaje en una botella. Cuando lo encuentres, por favor, escríbeme con tu nombre, aficiones, dónde lo encontraste, cuándo y, si puedes, un poco de información sobre tu zona”.

La joven Alaina ha tenido que esperar más de 30 años para obtener una respuesta al mensaje que lanzó al mar en una botella de refresco de plástico, pero su requerimiento ha obtenido, por fin, una contestación. Desde Noruega, donde el capricho de las corrientes marinas llevó la misiva. “Me llamo Pia y soy de Alemania. Hoy encontré tu mensaje en una botella en Lisshelløya, una pequeña isla cerca de Vega, en Noruega”.

Se da la circunstancia de que Pia, la inesperada destinataria, realizaba un proyecto de limpieza del litoral cuando se encontró uno de tantos recipientes que recalan en las costas. En este caso, más de tres décadas después, mostrando la magnitud de un problema que no parece tener pronta solución.

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