Trump amenaza a España

La OTAN ha celebrado en La Haya, ciudad natal de su actual secretario general, Mark Rutte, su cumbre más importante y polémica desde la guerra fría. Una cita que, tras la presión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para lograr un aumento del gasto militar del 5% del PIB, se ha cerrado con un acuerdo que complace al republicano, lo que no evitó que lanzara duras amenazas a España por no asumir ese compromiso.

El objetivo principal de esta cita atlantista era que Trump no la reventara (como en parte hizo con la cumbre del G-7 en Canadá), que volviera a casa contento con los resultados y que siga manteniendo su compromiso con la defensa y la seguridad transatlánticas. Para lograrlo, Mark Rutte, siempre servil para complacer al inquilino de la Casa Blanca, como se vio en su mensaje previo a la cumbre, la limitó a una única sesión de trabajo (Trump odia las citas multilaterales de varios días y los discursos largos), relegó el debate sobre Ucrania a un segundo plano, invitando al presidente Zelenski –que ayer tuvo una bilateral con Trump– solo a la cena protocolaria del martes, y ha conseguido que el deseo o exigencia de Trump de subir el gasto de defensa hasta el 5% del PIB fuera aprobado. Todo para calmarle y que la reunión no terminara en desastre.

La propuesta de Rutte de una subida del 5%, con un 3,5% dedicado exclusivamente al gasto militar y un 1,5% a seguridad y ciberdefensa, ha sido aprobada como orientación estratégica para el 2035, revisable en el 2029, pero con fórmulas flexibles que permiten interpretaciones soberanas, obligadas por el desmarque de Pedro Sánchez. Así, se sustituye el compromiso vinculante por una redacción ambigua que habla de “aliados” comprometidos a avanzar hacia ese objetivo, sin imponer su cumplimiento inmediato.

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España ha estado en el ojo del huracán y se ha quedado sola defendiendo su posición. Al final, Pedro Sánchez se ha sumado a la declaración tras conseguir una carta de Rutte y esa cierta ambigüedad en la redacción del texto, de la que se desprende que no le obliga a asumir el compromiso del 5% en firme. España ha obtenido una flexibilidad que le permitirá dedicar un presupuesto menor. Sánchez insiste en que para cumplir con la parte de las capacidades militares que le corresponden, España solo necesita gastar un 2,1% del PIB, y no el 3,5%, sin que ello ponga en entredicho su compromiso y sus obligaciones con la OTAN. Para Sánchez, este porcentaje es “suficiente, realista y compatible” con el modelo social español. Pese a ello, Rutte reiteró ayer su convicción de que España deberá llegar el 3,5%. “Estamos de acuerdo en estar en desacuerdo”, afirmó tras la cumbre.

Muchos países aliados expresaron su malestar por la posición del presidente español, que optó por mantener un perfil discreto durante la reunión, alejado de Trump. Ambos se ignoraron y ni siquiera se saludaron. “No he tenido ocasión de poder saludarle
ni poder intercambiar unas palabras con él”, afirmó Sánchez,
de quien los aliados entienden que ha buscado un traje a medida –“excepción”– que resulta insolidario, injusto para el resto y que socava la unidad de los socios.

Menos sutil, Trump no dudó en lanzar una amenaza directa a España. “Es el único que se niega a pagar”, dijo en rueda de prensa. “Vamos a hacer que paguen el doble –declaró–. Es tremendo lo que han hecho. Es el único país que no va a pagar todo, se va a quedar en el 2%. Su economía va muy bien, pero podría saltar por los aires en cualquier momento. Nos lo devolverán en aranceles porque no voy a dejar que eso ocurra”. “Voy a negociar directamente con España. Lo haré yo mismo. Van a pagar”, afirmó categórico y desafiante el presidente estadounidense. La crisis abierta entre los dos países, en un momento ciertamente delicado, es sin duda seria y abre un escenario preocupante.

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Un objetivo de gasto en defensa del 5% del PIB es extremadamente ambicioso y podría transformar a las sociedades europeas: para muchos gobiernos, la justicia social y la estabilidad económica han sido prioridades absolutas, pero en el futuro podrían centrarse en fortalecer sus capacidades militares y lograr una mayor independencia de EE.UU.

El resultado final de esta cumbre dependía del humor del presidente estadounidense. Aprobada la declaración final, Trump –que ayer se vanagloriaba de su éxito hablando de una “victoria monumental” de EE.UU.– puede abrir la puerta a una OTAN más robusta y cohesionada sobre el principio de corresponsabilidad en el gasto. Si se hubiera desmarcado, la imagen de la Alianza habría sufrido un revés demoledor. Es el precio que los países aliados han decidido pagar, pese a que tendrá un coste económico inasumible para la inmensa mayoría.

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