Dinamarca asumió el día 1 la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, tomando el relevo de Polonia. Ayer se produjo la ceremonia oficial de apertura del semestre danés en la ciudad de Arhus, la segunda más poblada del país. La presidieron la primera ministra, la socialdemócrata Mette Frederiksen; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, António Costa. Asistió también el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Es la octava vez que los daneses asumen la presidencia desde que el país ingresó en la entonces Comunidad Económica Europea en 1973. Su reputación en Bruselas como operadores pragmáticos, eficientes y con la cabeza fría es un buen augurio para sortear las agudas y a veces insolubles divisiones entre las capitales comunitarias. Pero la agenda que tiene por delante Dinamarca es ciertamente compleja y difícil.
Que la presidencia danesa se desarrolle sin sobresaltos o caiga en el caos podría no depender de Bruselas o de Copenhague, sino de Washington, a más de seis mil kilómetros. La imprevisibilidad de las decisiones de Donald Trump puede afectar al semestre danés en temas tan cruciales como la recta final de las negociaciones para que la UE y EE.UU, alcancen un acuerdo comercial. Von der Leyen admitió ayer que ve imposible cerrar un concierto “en detalle” antes del día 9 y que el objetivo es llegar a “un acuerdo de principio” que evite el peor escenario posible: un arancel del 50%.
Para Dinamarca, Trump no solo supone un problema comercial, sino también una amenaza existencial: el presidente estadounidense se ha negado a descartar el uso de la fuerza militar o la coerción económica para anexionarse Groenlandia, territorio semiautónomo del Reino de Dinamarca. Ello ha hecho aumentar el sentimiento europeísta de los daneses, tradicionalmente atlantistas. La presión trumpista ha hecho que el país mire ahora más hacia la UE, y el Gobierno danés intenta que el contencioso sobre la isla gigante quede en un segundo plano, para poder centrarse en los cuatro puntos que se ha marcado en su agenda semestral: defensa, seguridad, migración y la crisis climática.
Frederiksen y Von der Leyen abogan por agilizar la defensa europea y seguir apoyando a Ucrania
Dinamarca ha dejado claro desde el primer momento que su prioridad será el rearme europeo. Quiere impulsar el plan presentado en marzo para aumentar las capacidades de defensa de los países de la UE, con procedimientos simplificados y préstamos a los estados para financiar las inversiones de la industria de defensa europea. La UE se siente asediada por varias crisis internacionales, empezando por la más cercana: la guerra de Rusia contra Ucrania. Desde la invasión, Dinamarca ha sido un firme defensor de Kyiv y uno de los mayores donantes de ayuda militar, y asegura que esta guerra ha puesto el rearme por encima de “todas las prioridades y todos los demás principios”, en palabras de la primera ministra Frederiksen.
De la misma idea es Von der Leyen. Ambas instaron ayer a Europa a agilizar el proceso de rearme para garantizar la seguridad del continente y llenar los posibles vacíos dejados por Washington en el apoyo militar a Ucrania. Von der Leyen situará el gasto de defensa en el centro del próximo presupuesto plurianual (2028-2034) de la UE, que presentará antes de las vacaciones de verano y cuyas discusiones arrancarán bajo presidencia danesa.
Dinamarca cree que la transición ecológica puede ir de la mano de una economía competitiva que impulse la prosperidad y cree empleos de alta calidad. Sin embargo, entre los Veintisiete hay cada vez más voces del bloque conservador derechista críticas con el Pacto Verde, por lo que la presidencia danesa podría encontrarse pronto en una minoría cada vez más reducida.
Por el contrario, Dinamarca sí está con la corriente dominante europea en inmigración. Gracias a su cláusula de exclusión voluntaria de las normas migratorias de la UE, el país ha podido desviarse de la norma y adoptar medidas muy restrictivas para frenar las solicitudes de asilo.
Desde la presidencia, Dinamarca quiere que la UE avance en una política migratoria más restrictiva
El llamado modelo danés se ha hecho cada vez más popular entre los gobiernos conservadores de la UE. Copenhague piensa utilizar su presidencia para hacer avanzar este proceso, incluyendo la directiva de retornos y la construcción de centros de deportación en terceros países seguros, una externalización que sigue plagada de interrogantes logísticos, financieros y jurídicos, además de éticos.
Sobre la mesa, Dinamarca tendrá también temas como el bloqueo húngaro de las negociaciones para la adhesión de Ucrania a la UE, y el veto de Eslovaquia al 18.º paquete de sanciones a Rusia por una disputa sobre la eliminación progresiva de los combustibles fósiles rusos.