La sociedad española está perdiendo capacidad para adaptarse al nuevo contexto que impone el cambio climático. Inciden las constantes evidencias de un calentamiento galopante, pero hay motivos para pensar que se está perdiendo esa cultura de aclimatación al calor de la que antes España hacía gala. La media docena de muertes por golpes de calor son una alerta.
La sociedad lo ha fiado todo al aire acondicionado casi como único ariete para sobreponerse a las olas de calor. Pero la atención se debe centrar en la ristra de nuevos oficios de riesgo al aire libre. En el 2023 se incluyó en la normativa sobre seguridad y salud en el trabajo una disposición que exige que las empresas evalúen estos riesgos y establezcan medidas preventivas, incluida la prohibición de realizar ciertas tareas si llega el caso.
No hay una fórmula única para adaptar la actividad laboral: cada empresa ha de evaluar esos riesgos en cada puesto de trabajo. Pero no se han tomado las debidas medidas. Y el cambio climático está intensificando los riesgos laborales que ya existían y creando otros nuevos.