Julio Cortázar lo escribe en Rayuela: “La explicación es un error bien vestido”. Hoy Pedro Sánchez tiene la difícil papeleta de explicar cómo nadie advirtió que se le habían colado en el Gobierno y en la ejecutiva del partido personas que acabarían acusadas de corrupción. Y no solo eso, deberá exponer qué medidas va a tomar para recuperar la confianza perdida, si aún es posible. Sánchez se disculpó en su día ante la prensa y asumió su error, pero en la sesión del Congreso está obligado a no adornarse con las palabras.

El presidente se va a encontrar un PP eufórico, un Vox desatado y unos aliados incómodos. Pero también un PSOE ansioso de conocer cuál es la hoja de ruta que queda por delante y un país preocupado por la incertidumbre sobrevenida. Sánchez va a tener que pasar un mal trago, que el refranero castellano sugiere que sea corto para que no cause un daño irreparable.
El presidente deberá dar muchas explicaciones para intentar recuperar la confianza perdida
Sánchez ha esperado más tiempo de lo razonable para dar estas explicaciones, excusándose en su apretada agenda internacional, que ha incluido dos cumbres, una de la OTAN y otra de la ONU. Le ha venido bien para hacer cambios en la ejecutiva federal del partido y para poder arbitrar una estrategia contra la corrupción, que propondrá ante la Cámara. Pero, a cambio, en este tiempo hemos visto desfilar empresarios y altos cargos gubernamentales ante el Tribunal Supremo, que además ha enviado a Santos Cerdán a la prisión.
Félix Bolaños, que es el ministro multiusos, ha trabajado duro para elaborar un paquete de medidas anticorrupción, que el presidente anunciará en el Parlamento. Sin embargo, el PP y Vox intentarán hacer sangre en esta crisis, sobre todo cuando Alberto Núñez Feijóo ha interiorizado que le ha llegado su hora, después del congreso del fin de semana, donde el partido formó disciplinadamente ante él, sin una sola disidencia. Más complicado lo tienen los aliados de los socialistas, que no acaban de calibrar la presión que deberán hacer, no sea caso que provoquen una crisis de gobierno.
Pedro Sánchez tiene siete vidas como los gatos, pero, como en la canción de Antonio Flores, seis vidas ya las ha quemado. Veremos qué tiempo le resta a la última.