Israel y el avispero sirio

Cuando en diciembre del año pasado cayó en Siria el régimen de Bashar el Asad, ante el vacío de poder y la situación de caos, a Israel le faltó tiempo para lanzar más de cincuenta ataques en aquel país –algunos destruyeron la fuerza naval siria– para “proteger nuestra seguridad y evitar que los arsenales del depuesto régimen caigan en manos de extremistas”, según argumentó el Gobierno de Netanyahu en aquel momento. Por primera vez en cincuenta años, fuerzas terrestres israelíes entraron en territorio sirio más allá de la zona desmilitarizada situada a los pies de los altos del Golán, ampliando así la extensión de la zona siria que ocupa en esta región. Se trataba, y nunca mejor dicho, de marcar territorio.

Siete meses después, Israel ha lanzado nuevos ataques contra la sede del Ministerio de Defensa sirio en Damasco y los alrededores del palacio presidencial, en represalia por los ataques de las fuerzas del nuevo Gobierno sirio a la minoría drusa en el sur del país. Tras unos días de combates en la región de Sueida entre los drusos que viven allí contra las milicias locales beduinas y las tropas del presidente Ahmed el Sharaa, este decidió retirar sus soldados y aceptar un alto el fuego, de hecho impuesto por Israel, que habrá que ver cuánto durará. Ayer Tel Aviv permitió a las tropas sirias un acceso limitado de dos días a la región, en algunas de cuyas zonas continuaban los combates entre clanes beduinos y milicias drusas.

La mezcla y disputa entre los numerosos grupos sectarios, religiosos y étnicos de Siria convierte a este país en un avispero que el Gobierno es incapaz de controlar. Los drusos representan cerca del 3% de los 20 millones de habitantes sirios. Se concentran en la región de Sueida, fronteriza con Jordania, en zonas colindantes con el Golán ocupado por Israel desde 1967 y en el suburbio damasceno de Yaramana. Los islamistas suníes, a los que pertenece El Sharaa, los ven con recelo. El nuevo Gobierno sirio anunció que las minorías estarían protegidas, pero en marzo y abril hubo masacres sectarias en el corazón del territorio alauí en la costa mediterránea y esta semana varios cientos de personas, incluidos combatientes drusos, han muerto en enfrentamientos sectarios.

Netanyahu alega la defensa de los drusos para ampliar su presencia militar en el sur de Siria

Israel esgrime el argumento de su protección a los drusos, 150.000 de los cuales viven en el país y otros 20.000 en los anexionados altos del Golán, pero su objetivo último es defender la seguridad de su territorio y por eso sus ataques son para que el Gobierno sirio retire a sus fuerzas de su frontera. Tel Aviv lo ha dejado meridianamente claro: “El interés de Israel es la estabilidad y prevenir la creación de una amenaza contra nosotros en el sur de Siria”.

Israel quiere impedir la acumulación de fuerzas potencialmente hostiles en el sudoeste sirio. Netanyahu declara que no permitirá “que se repita la situación de que se establezca allí un segundo Líbano”, e insta a “preservar la región sudoccidental de Siria como zona desmilitarizada (que Damasco rechaza) en la frontera con Israel”. En la práctica ello supondría que Israel ejercería el control efectivo del área no solo desde los altos del Golán, sino gracias a las milicias locales drusas infeudadas.

También Estados Unidos, que poco a poco ha ido estrechando las relaciones con la nueva Siria, hasta el punto de levantarle las sanciones, y de la creciente colaboración de la nueva Administración siria con Israel en materia de seguridad, ha pedido a Damasco que retire sus tropas para permitir la desescalada y rebajar así la tensión.

Los choques en la región de Sueida evidencian la fragilidad de Damasco ante los choques sectarios

Israel parece no tener problemas en simultanear el mantener en Bakú conversaciones secretas con el régimen sirio para un acuerdo de seguridad, y en paralelo atacar Damasco. Es una demostración de que el Gobierno israelí, aún traumatizado por el ataque de Hamas del 7 de octubre del 2023 pero envalentonado por sus éxitos contra Hizbulah en Líbano y contra Irán, no tiene ya tantos prejuicios en utilizar la fuerza militar para prevenir y evitar posibles nuevas amenazas.

La nueva situación creada tiene también un componente interno israelí. A diferencia de otros grupos árabes del país, los drusos suelen servir en el ejército israelí, algunos incluso han llegado al generalato y otros han muerto en la guerra de Gaza, lo que ha forjado un vínculo entre la ciudadanía judía y la minoría drusa.

La violencia sectaria de estos días evidencia los desafíos que afronta el presidente El Sharaa para intentar consolidar su autoridad y encontrar la manera de superar la profunda desconfianza entre los diversos grupos étnicos y religiosos sirios, así como acabar con el prolongado aislamiento internacional del país. Mientras, Israel quiere mantener el control del sur de Siria tan adentro de las fronteras como sea posible.

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