La Unión Europea y Estados Unidos avanzan hacia un acuerdo que ponga fin a la guerra comercial declarada por el presidente Donald Trump. El catalizador ha sido el pacto que ayer Washington cerró con Japón para establecer un arancel del 15% sobre todas sus exportaciones al mercado estadounidense. Con Europa se fijaría una tasa similar. A falta de conocerse los detalles, supondría reducir a la mitad la amenaza que había lanzado el presidente Trump, hace quince días, de aplicar un arancel general del 30% a partir de este próximo mes de agosto a todas las ventas europeas a su país. Ahora todo está en manos del presidente estadounidense.
Tras la firma del acuerdo con Japón, el presidente Trump, que lo calificó de “enorme”, comentó a un grupo de senadores republicanos que luego vendría Europa. Los negociadores de ambos bloques mantuvieron una nueva ronda de conversaciones que abre las esperanzas de una pronta resolución del conflicto comercial. El canciller alemán, Friedrich Merz, tras reunirse con el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo esperar decisiones inminentes.
De lograrse el citado acuerdo comercial, se abriría una nueva etapa en las relaciones económicas entre Estados Unidos y Europa en el marco de las nuevas condiciones impuestas por Trump. No ha conseguido el 30%, pero ha logrado imponer aranceles del 15% a todas las importaciones europeas, que es mucho más de lo que había hasta ahora. El presidente de Estados Unidos no oculta estos días su euforia pública por los diferentes acuerdos que va cerrando su Administración. Aparte de Japón ha firmado ya pactos con el Reino Unido, Vietnam, Filipinas e Indonesia. También mantiene muy activas las negociaciones con China; parece que ambos países se darán otra tregua de treinta días para intentar acercar posiciones y llegar a un acuerdo.
Las negociaciones apuntaban a unos aranceles del 15%, como en el acuerdo con Japón
Es importante que, como se espera, ese porcentaje del 15% sobre las exportaciones europeas sustituya al del 27,5% que se aplica ya sobre los automóviles, lo que supondría un gran alivio para los fabricantes europeos, que han visto como sus ventas al otro lado del Atlántico caían en picado. En cambio, parece que Trump se niega a rebajar el arancel del 50% sobre el acero y el aluminio, como ha hecho con Japón, para defender la siderurgia de su país.
Los exportadores del bloque europeo ya han estado pagando asimismo un arancel adicional del 10% en los bienes enviados a Estados Unidos desde el pasado mes de abril mientras se celebraban las conversaciones entre Washington y Bruselas. Esto se suma a las obligaciones preexistentes que promedian el 4,8%.
Es importante que los indicios de acuerdo filtrado por los negociadores europeos se conviertan en realidad, ya que la incertidumbre existente perjudica la actividad económica de ambos bloques. Pese a las buenas noticias, sin embargo, no puede darse nada por seguro, ya que la última palabra la tiene Trump.
La UE mantiene su voluntad de seguir negociando hasta el último minuto. Los dirigentes europeos han tenido la habilidad de mantenerse unidos, como un solo bloque, y de afrontar las abruptas amenazas de Trump con serenidad, conscientes de la gran importancia estratégica que tiene Europa y de su poder para reaccionar también con duras represalias.
El presidente de Estados Unidos tiene la última palabra sobre el acercamiento logrado
En realidad, aún ayer se estaba ultimando el paquete de medidas arancelarias sobre productos americanos por valor de 93.000 millones de euros, que se aplicaría el 7 de agosto si no hay acuerdo antes. La puesta en marcha de las citadas represalias, si no se llegase finalmente a un acuerdo, podría conllevar, a su vez, medidas más duras de Washington, tal como ha amenazado Trump. Ello podría conducir la guerra comercial a niveles tan agresivos que comportarían la práctica suspensión de los intercambios entre ambos bloques y provocar una grave crisis global.
Desde España, al igual que en el resto de capitales europeas, se contempla la situación con una enorme preocupación. Aunque de entrada no sería uno de los países europeos más damnificados por esta guerra comercial, el perjuicio podría ser importante, ya que afectaría a exportaciones por valor de 22.000 millones de euros, con incidencia en sectores que resultarían muy perjudicados. Para el conjunto de la UE, la falta de acuerdo afectaría a un volumen de exportaciones de 380.000 millones de euros, lo que supone en torno al 70% del total de las exportaciones al mercado estadounidense.
El momento es, pues, decisivo para que el acercamiento de posturas se convierta en acuerdo. Los Veintisiete deben valorar si les conviene aceptar ese arancel general del 15% que, de hecho, ya se está aplicando o si asumen nuevos riesgos para rebajarlo al 10% que se habían marcado como objetivo.