Hay noticias con un fondo enigmático que despiertan una curiosidad malsana. ¿Qué sucedió a puerta cerrada? ¿Qué cara ponían sus protagonistas? Pero no tiene sentido imaginar escenas que suceden en ambientes desconocidos. Reuniones de responsables políticos, por ejemplo, decidiendo qué van a votar en el Congreso.

La ministra para la Transición Ecológica tras ver rechazado el decreto antiapagón
No tenemos ni idea de lo que se habla en esas coyunturas, si comen algo mientras discuten, si discuten, si están alrededor de una mesa, si cuentan algún chiste o están serios, qué ropa llevan ni nada. Las reuniones, pongamos por caso, donde varias organizaciones políticas, tanto de izquierdas como de derechas, decidieron tumbar el decreto antiapagones, ¿cómo fueron exactamente? El asunto es misterioso porque se trata de una iniciativa que había logrado el consenso de la industria, los sindicatos y los ecologistas, nada menos.
¿Alguien dice, abiertamente, que el contenido del decreto es lo de menos?
Públicamente, los partidos que votaron en contra no se han molestado en hablar mucho del decreto. No han detallado qué problemas le encuentran. En sus declaraciones, el decreto tumbado es lo de menos. Unos han dicho, sin tapujos, que no van a apoyar ninguna ley mientras no se resuelva lo suyo. De modo que la función legislativa, por la que les pagamos, no piensan realizarla. Nos hacen una especie de huelga de brazos caídos, según se ve.
Otros declaran que lo importante es que ha quedado probado que estamos ante el fin de la legislatura, porque el Gobierno ya no tiene apoyos. Al decreto le dedican solo un par de descalificaciones, como pasando por encima del muerto. El argumentario está claro. Pero ¿qué comentaron entre ellos, reunidos no sabemos dónde, para tomar la decisión de votar en contra de la cosa? Saltarse la ética profesional en soledad es fácil, ¿cómo se hace en grupo? ¿Alguien dice, abiertamente, que el contenido del decreto es lo de menos? ¿O eso se disimula con silencios espesos?
Las votantes estamos acostumbradas al electoralismo radical, pero agradeceríamos un poco más de disimulo. Como público involuntario de sus espectáculos en la Cámara, nos gustaría que pusieran un poco más de interés. Esta es una de esas veces en las que se ve demasiado el truco. Si la aprobación, o no, de leyes que afectan a nuestras vidas es, definitivamente, un juego de cartas, preferiríamos un trabajo más fino.