Los jóvenes entran en contacto con la pornografía cada vez a una edad más temprana, y aunque la consumen ellos y ellas, lo cierto es que sus efectos más nocivos afectan más a los chicos. El porno se ha convertido en una escuela de posibles agresores, no solo sexuales, la causa de problemas de baja autoestima y aislamiento social, así como de no pocos casos de disfunción eréctil en personas jóvenes, por la sobreestimulación que provocan este tipo de imágenes, que después no encuentran en las relaciones sexuales en la vida real. No puede ser que la educación sexoafectiva quede en manos de empresas cuyo negocio es sexualizar y explotar a las mujeres. La educación sexual sigue siendo escasa en las escuelas, y acceder a la pornografía, demasiado fácil. El Reino Unido exige, desde el pasado viernes, la verificación de edad para este tipo de contenidos. El Gobierno anunció en enero un sistema para que los menores no puedan entrar en páginas porno que debe entrar en funcionamiento a finales de este verano. Esperemos que sea así.
Educación sexoafectiva
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