Elogio de las vacaciones

Elogio de las vacaciones
Director de La Vanguardia

Vaya por delante que hay muchas personas –autónomos, parados, empleados con salarios mínimos– que no pueden disfrutar de unas merecidas vacaciones. Y que es posible que no puedan descansar ni durante el verano, ni después. Pero también existe un amplio sector laboral que considera que las vacaciones están sobrevaloradas y que con una o dos semanas de desconexión ya es suficiente. La proliferación de workaholics es algo normal en estos tiempos. Gente que necesita estar enganchado al ambiente profesional porque si no, no se siente realizada, que tiene la sensación de que le falta algo sin el estrés profesional. Y que cuentan los días que les faltan para volver al trabajo y sentirse en una especie de zona de confort.

Ciertamente todos los extremos son malos. Y ya puestos a escoger, es mucho mejor la tendencia a trabajar las horas que hagan falta que la vagancia, una lacra que también se sufre en el mundo laboral, y solo hace falta recordar los datos de absentismo laboral que hay en España, por encima de la media europea.

Pero el descanso estival es otra cosa. Hay que parar. Precisamente para arrancar con más fuerza. Lo importante no son las horas que se trabajan, sino la eficiencia. Y el frenazo en seco de nuestra intensa actividad laboral, seguro que nos permite reflexionar y repensar mejor aquello que hacemos. Hay una frase atribuida al escritor John Steinbeck, que afirma que “el arte del descanso es una parte del arte de trabajar”. No está mal para el autor de un clásico como Las uvas de la ira , donde narra el drama de una familia tras la depresión de la crisis del 29.

En China, los empleados tienen cinco días de vacaciones pagadas al año, que aumentan a diez días, después de haber trabajado diez años. Estados Unidos tampoco es un paraíso a la hora de conceder días libres para sus trabajadores. Habrá quien pueda pensar que por eso Europa va tan mal, al lado de estos dos gigantes, pero los problemas que tenemos en la UE no se pueden achacar a tener más o menos días de fiesta.

O sea, que como han podido deducir, el autor de este artículo se va de vacaciones. Les dejo en buenas manos. Y les deseo a todos, los que pueden y los que no, que tengan un feliz verano.

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