En caso de emergencia, llama al 112

El patio digital

¡Hay que llamar al 112! ¡Hay que llamar al 112! Y el primero que desenfunda el móvil se come el marrón. El gesto veloz responde a una íntima satisfacción. Demostrar solidaridad, empatía… y confirma que las campañas de las instituciones en plan martillo pilón para concienciar a los ciudadanos sobre cómo proceder ante una urgencia funcionan… de aquella manera.

“Si tienes una emergencia, llama al 112”. El número mágico recibió el domingo más de 300 llamadas por el incendio de Mont-Ras, lanza recomendaciones para hacer más soportable la enésima ola de calor, publicita consejos para prevenir robos en casa cuando te vas de vacaciones y atiende problemas graves de salud. La prevención de las estafas telefónicas es reiterada en la cuenta @112. Todavía hay quien pica, pero también quien presume en las redes de trolear a los estafadores. La estafa del “hola, mamá” regresa y la reciben con sentido del humor: “Que sepas que tengo todos tus datos del banco y a tu hija secuestrada”. “Pues recuerda que es diabética y tendrás que pincharle insulina”.

Este fin de semana el Ayuntamiento de Olot avisó de que se estaba reclamando el pago de multas por falsos trabajadores municipales. “En caso de llamada sospechosa, llama al 112”, recomendaba el Consistorio. Eso es pasión por un número. “Recuerda que el 112 es un teléfono de emergencias, no debes llamar nunca para pedir información, hacer bromas ni falsos avisos”, insiste la cuenta de emergencias en X, Instagram y los Mossos en TikTok.

La confianza en el 112 es tal que cuando el domingo por la mañana un joven se desploma delante de ti intentando abrir el portal de su casa, tres personas gritan al mismo tiempo “Hay que llamar al 112”. Aguantas los diarios y la barra de pan con una mano y sacas el móvil del bolsillo con la otra. “Hola…”. Bienvenido al misterioso mundo de la gestión de las emergencias.

Lateral de un coche policial de los Mossos d'Esquadra con la imagen del número 112.

Lateral de un coche policial de los Mossos d'Esquadra con la imagen del número 112.

Albert Segura / ACN

Te identificas ante el operador, das todos los detalles de lo ocurrido: el qué y el dónde. El quién todavía es un misterio. El joven está tirado en el suelo semiinconsciente. Y el porqué, vaya usted a saber. “¿De qué ciudad?”, pregunta el operador antes de anunciar que deriva la llamada a los servicios médicos y anunciar que envían una ambulancia. El dónde es importante: estamos a 500 metros de una base de ambulancias de Emergències en el Eixample de Barcelona.

El joven parece que vuelve en sí. Da tiempo a preguntarle el nombre. Pongámosle Domenico (es domingo). Y a que diga una sola frase: “Es la tensión”. Una señora con su hijo pequeño aparece con una lata de Coca-cola. Domenico se la bebe de un trago. Vuelve a sonar tu móvil. Vuelta a empezar. Te identificas ante el operador, das todos los detalles de lo ocurrido: el qué, el dónde y, ahora sí, el quién. Tras unas preguntas sobre el joven sin respuesta -”no lo sé, vengo de comprar el pan y solo pasaba por aquí”-, llega la orden que esperabas: “Enviamos una ambulancia”.

Domenico está blanco, muy blanco, tiembla tirado en el suelo. Vuelve a sonar tu móvil. “Hola soy el médico de emergencias”. Por tercera vez te identificas, repites el qué, el quién, el dónde… y te piden que pongas al enfermo al teléfono. “¿Cómo estás? Bi…eeeeee...nnnn. El médico debe de creérselo porque acaba diciéndole que espere un rato y si sigue encontrándose mal vuelva a llamar. ¿Seguro? Quizás dijo que sería el médico quien llame dentro de un rato. Domenico no razona con total lucidez, pero el médico ya ha colgado el teléfono.

Le dices a la señora de la Coca-cola que ya te esperas tú. Si el médico llama, lo hará a tu número. Es el que ha quedado registrado. La mujer agradece el gesto: “Tengo hora en la piscina con el niño”. Tu barra de pan se ha enfriado. Pasan diez minutos más, nadie llama, Domenico insiste en levantarse, lo ayudas, abre el portal, entra en el ascensor: “¿Cómo se llama? Muchas gracias por todo”. Tú esperas abajo a que abra la puerta de casa y te pegue un grito. “Ya estoy. Gracias”. Y te vas.

¿Llamará el médico? Descubres que  cuando marcas el 112 tu teléfono desbloquea durante dos horas todos los números sospechosos de fraude que tenías identificados para facilitar que los servicios de emergencia puedan contactar contigo. El móvil no volvió a sonar. ¿Y Domenico? ¿Acertó el médico? Cuando salgo a la calle escruto a los vecinos, los expats, los turistas, buscando su cara... Despistada, choco contra una farola, y... ¿llamo al 112?

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