Netanyahu ha perdido el control

El primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, sabe desde hace meses que no puede alcanzar los objetivos militares que se marcó en Gaza. Se lo han dicho sus generales, primero en privado y cada vez con más frecuencia en público. Aún así y a pesar de la creciente presión para que acepte una tregua de 60 días que asegure la liberación de los rehenes, se mantiene firme en el propósito de derrotar completamente a Hamas.

Más de 600 ex jefes militares en la reserva, además de mandos policiales, diplomáticos y antiguos responsables de las agencias de inteligencia, pidieron ayer al presidente estadounidense Donald Trump que pare los pies a Netanyahu y le obligue a aceptar un alto el fuego en la franja porque, a su entender, “Hamas no representa una amenaza estratégica para Israel”.

En junio, 41 oficiales, la mayoría de ellos adscritos a la unidad 8200 de la inteligencia militar, hicieron pública una carta aún más dura contra el primer ministro, al que acusaron de seguir la guerra con el único propósito de aferrarse al poder. Estos ex altos mandos del ejército, que trabajaban seleccionando los objetivos a bombardear en Gaza, aseguraron que muchos rehenes en poder de Hamas y Yihad Islámica habían muerto por culpa de la masiva campaña aérea. Estos oficiales consideran que las órdenes de un Gobierno que mata a civiles e inocentes son ilegales y, en consecuencia, no deben obedecerse.

Los signatarios de la petición a Trump afirman que se ya se han alcanzado dos de los tres objetivos militares en Gaza: desmantelar el brazo armado de Hamas e impedir que gobierne Gaza. El tercer objetivo, la liberación de los rehenes, opinan que solo se puede conseguir mediante un acuerdo. Además, advierten que una guerra deja de ser justa cuando se mantiene más allá de sus objetivos militares.

Netanyahu insiste en que la guerra no terminará hasta la derrota definitiva de Hamas. Los bombardeos, por lo tanto, continúan, y también el reclutamiento de más soldados. Diez mil reclutas están llamados a filas, en gran parte porque los jóvenes ultraortodoxos se niegan a luchar. La obligación de hacerlo ha supuesto la salida de uno de los dos partidos religiosos del gobierno. La coalición tiene ahora una mayoría de un solo escaño.

Ex altos mandos militares piden el fin de la guerra en Gaza porque Hamas ya no es una amenaza

El primer ministro, en consecuencia, es muy vulnerable a los elementos más mesiánicos y anti democráticos de su gobierno, ministros radicales que son partidarios de utilizar el hambre en Gaza como arma de guerra para acelerar la salida de palestinos y facilitar la anexión de ese territorio. Su gobierno no tiene un plan para el día después en la franja porque no está previsto que haya día después.

Netanyahu necesita una mayoría parlamentaria para aprobar una reforma judicial a su medida. Quiere acabar con la independencia del Tribunal Supremo y así anular una posible sentencia condenatoria en el proceso por corrupción que se sigue contra él y que puede llevarlo a la cárcel.

Si no dependiera de los ultrarreligiosos y los ultranacionalistas, el primer ministro hace tiempo que habría dado por concluida la guerra en Gaza. Los éxitos militares en Líbano, Irán y Siria le habrían permitido negociar con Hamas la liberación de los 20 rehenes que siguen en su poder (con vida) sin temor a perder popularidad. Al contrario, la opinión pública habría reforzado su liderazgo. Una nueva victoria en las elecciones previstas para el año próximo habría sido más que probable.

Sin embargo, la hambruna en Gazay las decenas de muertos diarios en las colas del pan y bajo las bombas colocan a Netanyahu justo donde Hamas lo quiere, en el ojo del huracán de una crítica mundial a la que se han sumado Canadá, Francia y el Reino Unido.

Hamas, el grupo terrorista que masacró a más de 1.200 israelíes y que ha utilizado a la población civil de Gaza como escudo humano, ha logrado que Netanyahu convierta a Israel en uno de los países más odiados del mundo. Sus ciudadanos tienen miedo de salir al extranjero y ser reconocidos como israelíes. “Nos conduce a la perdición”, dijeron ayer los familiares de los rehenes.

El primer ministro israelí es un rehén político en manos de Hamas y los ultras de su gobierno

Netanyahu está en manos de Hamas y de los ultras de su gobierno. Ha perdido el control de la situación. Solo Trump puede obligarle a aceptar una tregua que suponga la liberación de los rehenes, pero para ello debe cerrarle el grifo de la ayuda en armas y dólares. Ronald Reagan y George Bush lo hicieron cuando el expansionismo militar israelí perjudicó los intereses de EE.UU. Trump podría hacerlo si cree que Netanyahu es un lastre para sus negocios personales con las monarquías árabes. Cientos de exmandos militares israelíes confían en que ya lo esté siendo.

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