Luz sobre el conflicto de Gaza

Más de doscientos periodistas de guerra –casi 250, según las autoridades palestinas– han fallecido ejerciendo su trabajo en la franja de Gaza desde que se inició allí el conflicto bélico en octubre del 2023, hace menos de dos años. Las circunstancias de muchas de estas muertes no se aclararán por completo jamás. Otras muertes, por el contrario, se han grabado y han sido incluso retransmitidas en directo. Es el caso de los cinco periodistas fallecidos, junto a personal sanitario, en una escalera exterior del hospital Nasser, en Jan Yunis, al sur de la franja, el pasado lunes, mientras documentaban la situación derivada de un ataque israelí previo, registrado pocos minutos antes. Las imágenes de estos homicidios han sido emitidas por noticiarios televisivos de todo el mundo, y han causado una muy amplia indignación.

El periodismo bélico es, por definición, un oficio de extraordinario riesgo. El que se practica ahora mismo en Gaza aún lo es más si cabe. Pocos conflictos habrán registrado una mortandad de periodistas comparable. Israel no permite la entrada de informadores extranjeros en la franja, una restricción con escasos precedentes en los incontables conflictos que han asolado nuestro planeta. De ahí que la inmensa mayoría de periodistas desplegados sobre el terreno sean profesionales palestinos que ofrecen sus servicios a medios locales y también a otros internacionales. Alguno de los fallecidos en el hospital Nasser colaboraba habitualmente con agencias anglosajonas como Ap o Reuters.

En el mismo ataque fallecieron un total de veinte personas, entre ellas personal médico. Israel no parece valorar la importancia de la labor de los sanitarios ni la de los periodistas. Como si tratar de salvar las vidas de quienes son trasladados malheridos a los pocos hospitales que siguen en funcionamiento no fuera su prioridad. O como si el conocimiento de lo que verdaderamente está sucediendo en la franja lo fuera aún menos. Poco parece importarle también a Israel el respeto a la normativa internacional que regula la protección de los periodistas, o de los centros hospitalarios. O las palabras de António Guterres, secretario general de la ONU, que describió estas muertes como “asesinatos horribles”.

El ejército israelí ha matado ya a más de doscientos periodistas tras invadir la franja

Los principales dirigentes occidentales, incluido el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que dijo que “no le hacía feliz”, han tenido palabras de rechazo para el ataque que costó la vida a los cinco periodistas (y que se produjo apenas unos días después de que otro similar causara la muerte de seis informadores más, esta vez en Ciudad de Gaza). Organizaciones profesionales de periodistas han ido más allá y han acusado a Israel de liquidar adrede a los profesionales de la información. Tras el ataque al hospital Nasser, fuentes oficiales israelíes pidieron excusas por lo que calificaron de “error trágico”. Pero es más frecuente que imputen a los periodistas muertos, sin aportar pruebas concluyentes al respecto, relaciones con Hamas que, a su entender, les convierten en cómplices del terrorismo y, por tanto, en legítimos objetivos militares. Aunque su arma sea únicamente una cámara o un micrófono.

“Cada cámara destruida, cada voz apagada, es un paso más hacia la oscuridad informativa”, se afirma desde Reporteros sin Fronteras. Así es. La guerra resulta en cualquier circunstancia un horror. Pero cuando se impide trabajar o se elimina a quienes arriesgan su vida para explicar al mundo lo que está ocurriendo, las atrocidades cotidianas, los abusos que se perpetran, las decisiones desalmadas que los guían, puede acabar siendo un horror sin responsables e impune. Y eso no debería consentirse, si aspiramos a que algún día los responsables afronten el peso de sus actos.

Mientras haya en el mundo periodistas comprometidos con la verdad y lectores o telespectadores ávidos de conocimiento preciso sobre lo que ocurre, el ejercicio del periodismo no solo tiene sentido sino que además es imprescindible para evitar el avance del autoritarismo y la sinrazón. Por ello creemos más que oportuna la iniciativa de Reporteros sin Fronteras y la organización civil global Avaaz que codo a codo han convocado para hoy lunes, 1 de septiembre, una movilización mediática planetaria con el propósito de “denunciar los crímenes del ejército israelí contra reporteros palestinos con total impunidad, pedir su protección urgente y exigir un acceso independiente de la prensa internacional al enclave palestino”.

Reporteros sin Fronteras exige la protección de los informadores y el acceso de la prensa internacional

La luz es necesaria: cuando se apaga, avanzan las tinieblas.

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