Lengua y calidad asistencial

El consultorio del médico

Lengua y calidad asistencial
Expresidente del CoMB

Una buena comunicación es deseable en todos los asuntos de la vida. En la relación médico-paciente se vuelve fundamental. Y su calidad condiciona la confianza. En este sentido, es clave la percepción del paciente sobre la autoridad, sinceridad y coherencia del médico, la forma de expresarse de este, la comprensibilidad del vocabulario que utiliza, el tono de voz, el lenguaje corporal, y el no verbal en general, la accesibilidad y proximidad, la capacidad de empatía y escucha activa (como dicen ahora), el respeto por los pensamientos del paciente, los valores compartidos, un espacio adecuado y tiempo suficiente. No todo el mundo tiene el mismo potencial de habilidades comunicativas, pero mejorarlas es un reto clave a lo largo de toda la vida profesional para llegar a ser mejor médico. Y en este sentido la lengua a utilizar es un elemento básico al servicio de una buena comunicación y, por lo tanto, de la calidad de la asistencia.

Más allá del deber de conocer y utilizar las lenguas oficiales por parte de los profesionales, se añade una responsabilidad ética y también de seguridad clínica hacia los pacientes que atienden, como así sugiere brillantemente el artículo publicado en la prestigiosa revista Medicina Clínica, La atención médica en los territorios bilingües , de los médicos Tolchinski, Inzitari y Calvo, donde se apunta que el profesional tiene el deber de ser sensible con la lengua del paciente y tiene que permitir que este se exprese y sea atendido en su idioma teniendo presente que, cuando una persona sufre, necesita la libertad de expresarlo como mejor lo pueda hacer. La literatura científica evidencia que la calidad y la seguridad asistencial mejoran cuando el paciente se puede expresar y tratarse en su idioma.

La actual realidad sociodemográfica de nuestro país, y también la de las profesiones sanitarias, nos obliga colectivamente, no solo a los poderes públicos, a procurar hacer efectivo el derecho a ser atendido en la propia lengua. También es un asunto que ocupa a los entes profesionales y las organizaciones asistenciales. Hay que apelar igualmente al deber individual de los profesionales recién llegados. También invito a compañeros asistenciales, pacientes y usuarios a no renunciar al uso de la propia lengua y, al mismo tiempo, ayuden a estos profesionales a conocer y respetar nuestra realidad, a integrarse con plenitud y convertirse, así, en mejores médicos.

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