El automóvil europeo necesita oxígeno

El Salón del Automóvil de Alemania, que ya se celebra definitivamente en Munich bajo el nombre de IAA Mobility, después de haber abandonado Frankfurt, ha servido de catalizador para que aflorasen todas las inquietudes del sector europeo de la automoción. Dos asuntos preocupan fundamentalmente: la competencia de los auto­móviles eléctricos chinos, mucho más baratos que los fabricados aquí, y la necesidad de flexibilizar la supresión de los motores de combustión prevista para el 2035 en el Pacto Verde Europeo (Green Deal ).

Los máximos directivos de la potente industria automovilística europea viajaron el viernes de Munich a Bruselas para pedir a la presidenta de la Comisión Europea que retrase la citada prohibición de vender vehículos de combustión a partir del 2035. Ursula von der Leyen fue sensible a sus demandas y aceptó adelantar al año que viene la revisión de los actuales plazos de descarbonización de la movilidad. Es lo mismo que había pedido el propio canciller alemán, Friedrich Merz, el martes en su discurso de inauguración del Salón del Automóvil. Merz abogó por una reglamentación más flexible que facilite la supervivencia de la industria de la automoción, la principal de Europa, que es clave para su país. Entre el año pasado y lo que llevamos del actual se han perdido ya 50.000 empleos solo en Alemania. La situación, por tanto, adquiere tintes dramáticos. Antes de la crisis de la covid, la industria europea producía 19 millones de automóviles y actualmente apenas supera los 15 millones como consecuencia de la caída de ventas provocada por la incertidumbre entre los consumidores ante el futuro.

Mayor protección frente a la competencia china y ampliación del plazo para la descarbonización

Los grandes fabricantes europeos, entre los que se encuentran Volkswagen, Renault, Stellantis, BMW y Mercedes-Benz, entre otros, necesitan ganar tiempo para amortizar y rentabilizar sus actuales instalaciones fabriles –centradas en los motores de combustión– y, asimismo, prepararse mejor para hacer frente a la competencia de China en la movilidad eléctrica.

No todo el mundo, sin embargo, está de acuerdo en alargar la vida de los automóviles de combustión. Aparte de los grupos ecologistas, un total de 150 pequeñas y medianas empresas europeas del sector de la movilidad eléctrica, se han dirigido también a la Comisión Europea para pedirle que no retrase la descarbonización del sector, ya que hay muchas inversiones en juego para impulsar la fabricación de baterías y vehículos no contaminantes. La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero exige descarbonizar el transporte, ya que supone el 20% del total.

Junto a este debate, mientras, la competencia asiática amenaza con fuerza, como se ha visto en el salón de Munich, con más de cien empresas expositoras chinas, un 40% más, frente a un total de setecientas. En China ya tienen actualmente exceso de producción de automóviles eléctricos, muy superior a la demanda interior, y solo tienen el mercado exterior –especialmente el europeo– para darle salida, ya que sus precios son muy competitivos.

El primer constructor europeo, Volkswagen, está dispuesto a dar batalla a los fabricantes chinos. En Munich ha presentado una nueva familia de automóviles eléctricos, algunos de los cuales se fabricarán en Martorell y Pamplona, a un precio muy ajustado. Pero la industria europea de la automoción pide mayor protección arancelaria.

Los grandes fabricantes piden a Bruselas más vida más allá del 2035 para los motores de combustión

La UE ha impuesto ya unos aranceles de hasta el 45% a los coches chinos mientras que Pekín, como represalia, ha respondido con tarifas aduaneras de hasta el 62,4% a los productos del sector porcino europeo. Sin embargo, desde Bruselas se reconoce que la guerra arancelaria no es el mejor camino. Como afirma el comisario francés Stéphane Séjourné, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea para la Prosperidad y la Estrategia Industrial, la UE debe revisar sus relaciones comerciales con China.

Entre otras medidas, defiende que la UE negocie con Pekín determinadas condiciones a la implantación de sus empresas en Europa y su acceso al mercado comunitario, como la utilización de componentes europeos –hasta un 60%– en la fabricación de sus automóviles y la transferencia de tecnología, por ejemplo, en baterías, para las que la UE destinará 1.800 millones de euros. No quiere meras plantas de ensamblaje como la que el fabricante chino Chery tendrá en la Zona Franca de Barcelona.

La presidenta Von der Leyen ha dicho que los coches del futuro deben fabricarse en Europa. De momento, sin embargo, hay que hacer algo pronto para evitar que se agrave la crisis en el sector de la automoción, que es clave para Europa, ya que genera más de 13 millones de empleos, supone más del 7% del PIB y es una importante fuente de recaudación fiscal.

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