Calores homicidas

Antes de que se nos pierda el verano entre los dedos, necesito una penúltima anotación estival: el calor (las calores, que dicen en otras Españas) se ha vuelto homicida. Muy homicida. Incluso asesino, si algún juez tuviera poderes para ese veredicto. Es que, aunque las cifras sean discutibles por su variedad, los llamados golpes de calor han matado a cientos de personas. Algunas fuentes hablan de más de tres mil fallecidos en los tórridos meses de julio y agosto recién pasados, lo cual sitúa a las temperaturas entre los elementos más mortíferos que existen en este país. Más que los accidentes de tráfico. Más que la violencia callejera. Más que la mayoría de las enfermedades.

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Àlex Garcia

Sin embargo, en este tiempo de catástrofes hay tantos muertos en guerras, desastres naturales y otras desgracias, que un anciano que caiga por el calor –siempre se habla de ancianos, son los más vulnerables–, ¿a quién le interesa? Por eso, la estadística del calor asesino se publica con la misma frialdad que un robo de cobre en una vía de tren. ¿Qué digo? ¡Se publica con mucha más frialdad! Al fin y al cabo, si el robo de cobre es notable, acude el ministro Puente y sale en el telediario. Y, si el ministro no puede acudir porque ya no tiene tiempo para verificar tanto destrozo en bienes públicos, alguien lanza la teoría del sabotaje, de alta rentabilidad mediática, política y especulativa sobre su hipotética autoría­.

Quien no tenga ventilador o aire acondicionado será un pobre, pero con sacarina: pobre energético

Ahora veo que habrá un avance notorio que parece un título de san Agustín: “Del calor y de la muerte”. Nuestro siempre sensible Gobierno de la agenda social incluirá en la categoría de pobreza energética a los hogares que no puedan refrigerarse. Ya se hizo algo, pero las ayudas fueron tan insignificantes que los necesitados no las pudieron ni oler. Lo de ahora tiene un efecto humanitario que gustará a Yolanda Díaz. Lo de ahora es como un escudo por si el cambio climático se ensaña todavía más. Lo de ahora es que quien no tenga ventilador ni aire acondicionado en casa será un pobre, pero con sacarina: pobre energético.

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