Cada día son más las voces que se alzan contra la actuación en Gaza de Israel. La contraofensiva que este país lanzó como respuesta a los ataques terroristas de Hamas del 7 de octubre del 2023 en territorio israelí –saldados con unas 1.200 víctimas mortales y unos 250 secuestrados– ha abocado a una operación que desde la ONU hasta organizaciones pro derechos humanos con sede en Israel definen ya como genocidio. Y no les faltan motivos: alrededor de 65.000 palestinos, el 3% de la población que vivía en Gaza hace dos años, han fallecido a resultas de la agresiva política israelí.
La respuesta del Gobierno isrelí, encabezado por Beniamin Netanyahu con el apoyo de partidos ultras, a los inadmisibles ataques de Hamas ha dividido no solo a la opinión pública de Oriente Medio, sino también a la global. Y ha tenido sus consecuencias en distintos países, sin ir más lejos, en el nuestro.
La Vuelta a España, cuya octogésima edición terminó el pasado domingo, ha sido uno de los escenarios de tales consecuencias. El hecho de que participara en la carrera el equipo Israel-Premier Tech, al que se atribuye cierta vinculación con el Gobierno de Netanyahu, ha sido aprovechado por activistas propalestinos para convertir las sucesivas etapas en una manifestación de solidaridad con las víctimas palestinas de Gaza, lo que a menudo ha tenido efectos indeseados, debido a los alborotos que han acabado amenazando la seguridad de los corredores y de los espectadores.
PSOE y PP vuelven a enzarzarse en su lucha, esta vez en el marco de una carrera ciclista
La etapa reina de esa agitación tuvo como escenario Madrid el pasado domingo. Para evitar incidentes mayores se desplegaron en la capital unos 1.100 policías. Pero, en última instancia, la organización optó por modificar el recorrido de la última etapa y celebrar una entrega de premios casi de tapadillo, en un aparcamiento, lo que deslució el final de la prueba. No solo eso: los altercados callejeros causaron una veintena de heridos, en su mayoría policías.
El derecho de manifestación está reconocido en el artículo 21 de la Constitución, y no procede pronunciarse en su contra, siempre y cuando se ejerza sin violencia ni peligro para los ciudadanos. Otra cosa menos plausible es que los principales partidos españoles, tan propensos a la trifulca verbal, a la descalificación recíproca y desmesurada, hayan aprovechado la coyuntura para redoblar su encono. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dijo el domingo que admiraba a los manifestantes. Y la oposición conservadora le responsabilizó, por boca de su líder Alberto Núñez Feijóo, de “inducir” a las protestas y de “alentar actos de violencia”, poniendo “en riesgo la vida de las personas”.
Es cierto que Sánchez lleva tiempo enarbolando su bandera contra los ataques israelíes a Gaza en la escena internacional, mientras que la reacción de otros países occidentales ante tales atropellos ha sido más tibia. Cabe decir, por tanto, que su apoyo a los manifestantes propalestinos es coherente. Pero no es menos cierto que hubiera podido medir mejor sus palabras. Por ejemplo, declarando que comprendía los motivos que impulsaban a los manifestantes que irrumpieron en la Vuelta, más que afirmando que sentía “profunda admiración” por quienes se movilizaban por “causas justas como la de Palestina”. Y, sobre todo, podría haber tenido en cuenta el momento, puesto que horas después iba a tener lugar la etapa final de una prueba deportiva que ya se preveía complicada en cuanto al orden público.
Sánchez debió medir mejor sus palabras y los populares eluden el repudio de la agresión israelí
Y es cierto que el PP tiene todo el derecho a criticar al jefe del Gobierno. Pero lo es asimismo que haría bien ajustando sus críticas a los hechos y, también, que su insomne erosión del Ejecutivo y el aprovechamiento de cualquier resorte para tratar de activar palancas en su contra puede llegar a generar en la opinión pública más desinterés que eco. Dirigentes del PP han hecho declaraciones que no son de recibo como las que sostienen que se está instigando a una “persecución al judío”.
Acabaremos insistiendo en que lo que está pasando en Gaza es de una gravedad extrema, sobre todo si recordamos que el Gobierno de Netanyahu lidera una sociedad rica, avanzada y democrática. Sánchez abundó ayer en su línea y propuso vetar a Israel en toda competición deportiva internacional “hasta que no cese la barbarie”, como se hizo con Rusia tras la invasión de Ucrania. Entretanto, el PP sigue sin manifestar un repudio sin ambages a lo que pasa en Gaza, sostiene que PSOE jalea la violencia entre compatriotas, y no enmienda a sus dirigentes que excusan la actitud de Israel.