Os van a sorprender estas líneas, pero es lo que pienso: Donald Trump, todavía presidente de Estados Unidos y probable próximo premio Nobel de la Paz, estuvo extremadamente generoso al hablar de la utilidad de las Naciones Unidas. Acostumbrados como nos tiene a sutilezas como la de besarle el culo, en esta ocasión renunció a su brillante prosa arrabalera y utilizó un lenguaje casi franciscano para pedir que el edificio de la ONU sea derribado y se construya “otra cosa” en tan valioso solar. No consta si sueña con levantar un lujoso resort, ahora que se acostumbró a imaginar un negocio así en el territorio asolado de Gaza. En el mundo inmobiliario todo puede ocurrir.
Como se sabe, la de Naciones Unidas es una notable construcción que figura entre las atracciones turísticas de Manhattan. Millones de personas –incluyendo en esa categoría a algunas figuras políticas– la han visitado y se han hecho selfies a su puerta, con lo cual la ONU compite con grandes museos de la ciudad. Algunos enchufados incluso nos hicimos una foto en aquella tribuna de fondo verde, haciendo como que dábamos un vibrante discurso para salvar la humanidad. Hay dudas de que lo hayamos conseguido, pero también hay dudas de que lo hayan conseguido oradores tan poderosos como los centenares de líderes que hicieron allí su deposición.
Si las Naciones Unidas no sirven para evitar las matanzas de Gaza, ¿para qué sirven?
Pero no me salgo del tema sustancial, porque la idea de Trump tiene lógica: si la ONU no sirve para evitar las matanzas de Gaza ni ninguna otra; si no puede echar de comer a la caravana de pobres que huyen de los tanques de Israel; si no convence a Putin para que deje de jugar con la guerra mundial, ¿para qué sirve? ¿Cómo se justifica su mantenimiento?
El problema vendrá después. Si se derrumban tantos miles de metros cúbicos de hierro, cristal y cemento, se creará un caos de contaminación que obligará a Greta Thunberg a una nueva cruzada. Si se hacen oficinas, la izquierda española dirá que se está masacrando la memoria histórica. Si no se hace nada, las derechas dirán que es un dispendio propio del sanchismo. Y Trump, si se descarta el resort, levantará una cárcel para inmigrantes. Como a eso se opondrá Pedro Sánchez, sospecho que acabarían haciendo, como aquí, un centro de interpretación. Como el Valle de los Caídos. Pero sin Franco. Salvo que Trump diga lo contrario.
