Ayer fue clausurada en Barcelona la conferencia Mondiacult 2025, que, organizada por la Unesco y con el apoyo de las principales instituciones políticas catalanas, ha reunido a los ministros de cultura de un centenar largo de países, con el propósito de consolidar la cultura no solo como una herramienta de construcción personal y colectiva, sino también, y muy especialmente, como pilar fundamental de un desarrollo justo, pacífico y sostenible.
Después de tres días de sesiones, Mondiacult 2025 terminó con la difusión de un documento final, a modo de manifiesto, en cuyos últimos renglones hallamos una frase que refleja y trasciende el sentido de este encuentro, proyectándolo hacia tiempos venideros: “No hay futuro sin cultura”.
Ciertamente, la historia del género humano sería otra si no hubiera acompañado su desarrollo material con el cultural. Es decir, con ese conglomerado de conocimientos interrelacionados que convierten la vida en una experiencia intelectualmente enriquecedora, a partir de una constelación de habilidades, talentos y creaciones, que son privilegio exclusivo de nuestra especie.
Todo esto es sabido desde tiempos inmemoriales, como también es sabido que la configuración del mundo actual, basada en la diversidad y en la interconexión que propicia la edad digital, constituye un inagotable factor de riqueza pero, al tiempo, obliga a un diálogo constante para transformar la citada diversidad en un exuberante patrimonio popular, artístico e intelectual, que merece la pena conocer y compartir.
Mondiacult clausura su reunión barcelonesa, a la que han asistido más de cien ministros de cultura
De ahí la pertinencia de los trabajos desarrollados estos días, y el afán de todas las personas reunidas en el Centro Internacional de Convenciones de Barcelona para proyectar la cultura hacia nuevos horizontes y basarse en ella para afrontar los próximo retos colectivos de un mundo en constante evolución.
Por todo ello parece también muy pertinente el mencionado documento final, en el que se reconoce de nuevo el derecho de todas las personas a participar en la vida cultural, y en el que se considera la cultura como un bien público mundial. Y donde se expresa el compromiso de los reunidos para fortalecer sectores creativos y políticas culturales, en la convicción de que la cultura contribuye al bienestar de las personas y, además, puede contribuir también al desarrollo de otras áreas de actividad humana.
En este sentido, el documento hace especial hincapié en el fomento de la cultura como un instrumento decisivo para la paz, en tanto que marco para el diálogo intercultural, intergeneracional e interreligioso; también para la lucha contra todas las formas de racismo o discriminación que puedan amenazar la libertad de expresión y la artística.
El documento resalta además –y este es otro punto relevante– las sinergias que pueden establecerse entre cultura, patrimonio y lucha contra la crisis climática padecida por el planeta. E invita a la exploración y mejor uso de la inteligencia artificial (IA) como instrumento para fomentar la creatividad.
En su documento final, subraya el valor de la cultura ante la crisis climática o la IA
A nadie se le oculta que los esfuerzos de Mondiacult se producen en tiempos particularmente difíciles, marcados por guerras libradas con extrema crueldad, y por el ascenso de los populismos y los autoritarismos a escala planetaria, como si ya todos hubiéramos olvidado o ignoráramos que otros movimientos comparables nos condujeron hace menos de un siglo a una tremenda conflagración mundial. En tales circunstancias, la conversión en realidad de los planes trazados por los participantes en Mondiacult no va a ser tarea sencilla. Porque son muchos los intereses, privados o grupales, que consideran prioritaria su satisfacción; que desdeñan los frutos de la cultura y que, en ocasiones, no dudan en acallar a quienes se distinguen como sus heraldos.
Pero no es menos verdad que la cultura tiene un defensor de por vida en cada una de las personas sensibles a sus enseñanzas. Y, asimismo, que esfuerzos como el realizado en Barcelona por Mondiacult pueden ayudar de manera notable a la concienciación colectiva sobre el rol central de la cultura en nuestra sociedad. Porque, efectivamente, no hay futuro sin cultura. Y porque todas las tareas que se emprendan para reforzarla y divulgarla, ya provengan de esfuerzos personales o de esfuerzos institucionales, son más que oportunos.