Un incivismo intolerable

No es la primera vez, y mucho nos tememos que no será la última, en que la acción vandálica de un grupo de incívicos que asaltan armados con sprays de pintura las instalaciones ferroviarias provoca la inmovilización de un convoy. En esta ocasión sucedió en la maltratada línea R3 de Rodalies, y la culpa no puede atribuirse a Renfe. El ataque de unos grafiteros impidió la salida desde Balenyà de un Rodalies que debía dirigirse hacia l’Hospitalet de Llobregat.

Este tipo de incidentes, que están sucediéndose con demasiada frecuencia, obliga a extremar las condiciones de seguridad y también merece abrir una reflexión sobre la eficacia de los castigos que se aplican a los individuos que se autoconsideran artistas cuando en realidad son apenas una panda de gamberros. Los datos sobre el coste económico de reparar las supuestas gracias de estos sujetos, que periódicamente hacen públicos los operadores ferroviarios, resultan simplemente escalofriantes. Baste como ejemplo este último suceso: tres días de inmovilización del tren y 20.000 euros en limpieza.

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