La dramática inestabilidad política que vive Francia, con siete primeros ministros en ocho años, es todo un aviso para navegantes sobre las dificultades que existen hoy en las democracias liberales para asentar una gobernabilidad fuerte. Pedro Sánchez lleva siete años al frente del Gobierno de España, lo que le lleva a ser uno de los tres líderes de la UE con mayor perdurabilidad en el cargo, aunque tiene una debilidad parlamentaria que le obliga a hacer toda clase de contorsionismos y pactos políticos para seguir en el poder y aprobar sus iniciativas legislativas.
El Gobierno tuvo ayer un día completo porque logró sacar adelante dos votaciones muy importantes en el Congreso: la de convalidación del embargo de armas a Israel y la ley de Movilidad Sostenible, donde estaban en juego 10.000 millones de euros de fondos europeos que se perdían si la norma no era aprobada. Para lograrlo, el PSOE ha tenido que cerrar un acuerdo con Podemos, lo que no deja de ser noticia porque la formación de Ione Belarra se había desmarcado desde hace meses del Ejecutivo y le había retirado su apoyo. Veremos si el acuerdo de ayer es flor de un día o si los socialistas son capaces de volver a convencer a Podemos de que se mantenga dentro del bloque que apoyó la investidura de Sánchez.
En un momento en el que la oposición del PP es cada vez más dura y siguen apareciendo informes de la UCO de la Guardia Civil sobre casos de corrupción que afectan al PSOE, el Gobierno necesita dar la imagen de que, a pesar de todo, sigue gobernando y cuenta con apoyos. La estrategia socialista se base en alargar la legislatura e impacientar al PP, que ve como no solo no se produce la esperada caída de Sánchez, sino que Vox sigue creciendo a su costa. De ahí el mensaje irónico que Sánchez le lanzó ayer a Alberto Núñez Feijóo en la sesión de control: “Ánimo, Alberto”. Al final de la jornada, quien hizo de animador de verdad fue Podemos, que con sus votos salvó al líder socialista.
Con muchas concesiones, con toda clase de apuros y urgencias, y con alguna que otra derrota parlamentaria, pero la gobernabilidad hoy en España está mucho más garantizada que en nuestro vecino francés. Al menos hasta ayer.