Homenaje al tresillo

La Cubana se ha instalado unos meses en el teatro Romea con la pieza L’amor venia amb taxi. Tratándose de ellos, ya pueden imaginar que no representan la obra anunciada. Algo sí, pero no exactamente. Interpretan a un grupo de teatro de aficionados que están ensayando la obra de Rafael Anglada. Sitúan la historia en 1959, justo cuando se estrenó en el Romea, pero desde entonces apenas ha cambiado el funcionamiento de estas compañías.

26 - 09 - 2026 / Barcelona / La Cubana - Romea  / Foto: Llibert Teixidó

  

Llibert Teixidó

Primero hay que escoger la obra que se va a representar y que haya papeles para todos. Para el vestuario, siempre hay quien sabe coser y hace maravillas. También se puede recurrir a familiares y amigos o a las tiendas de segunda mano. Y si hace falta un chaqué de lentejuelas o un maillot de plumas, se alquila en Peris, por ejemplo. Para la escenografía, siempre hay un manitas que sabe apañar cuatro tablones y montar un buen decorado. Y si hace falta algo más elaborado o un tresillo que luzca, se alquila en Germans Salvador, por ejemplo. Pero todos quieren su papel. Pocas veces el voluntariado termina detrás del escenario. Todos quieren sus minutos de gloria, de las más efímeras que existen, pero también de las más valoradas. Todos menos el apuntador, que ha sido una figura imprescindible, siempre oculto en la discreción y que en la obra de La Cubana recibe un sentido homenaje.

Cálido homenaje de La Cubana al teatro de aficionados en el Romea

Un día me uní a cenar con un grupo de aficionados después de la función. Fíjense bien: la función. En medio de la euforia de haber concluido la representación, haber recibido los aplausos, ramos de flores y felicitaciones, mezclado con el cansancio de haber desmontado el escenario y cargado la furgoneta para llevar al local el vestuario, el atrezo y los decorados, se planteó una pregunta que también resuena en el escenario del Romea: ¿vale la pena tanto esfuerzo para acabar representando una única función? ¿Con suerte, algún bolo­?

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Homenaje al tresillo

Tantos meses de ensayar los jueves por la noche... coser vestidos, pintar decorados, cargar muebles, memorizar texto, practicar las canciones si las hay, montar focos... ¿para una única función? El director del grupo les hizo ver que, pese a los sacrificios, los aficionados son los actores y las actrices más afortunados: eligen la obra entre todos, alrededor de la comedia de tresillo se crea una auténtica familia donde niños y jóvenes aprenden de los mayores, y sin cobrar ni un duro. Esa es la clave: no tienen que estar pendientes del teléfono como los profesionales para que les den trabajo en una obra. Hacen teatro porque sí, por puro amor al teatro. No se pierdan el regalo que les hace La Cubana.

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