El adiós de Morante

Considerado por muchos el mejor torero de la actualidad y, por casi todos –aficionados o no– el profesional que ha humanizado la figura del diestro al sincerarse sobre los problemas de salud mental que lo han tenido apartado de los ruedos durante largas temporadas, Morante de la Puebla dejó ayer por sorpresa el mundo de los toros en la Feria de Otoño de Madrid, que cierra la temporada.

Lo hizo en la que era la despedida –esta sí anunciada– del madrileño Fernando Robleño, tras cortar dos orejas al segundo de su lote para abrir por segunda vez en su dilatada carrera la Puerta Grande de Las Ventas. Las dos, paradójicamente, este mismo año.

La historia bien pudo ser otra, ya que ese mismo toro le dio un revolcón en el inicio de la faena de muleta que lo dejó grogui en la arena y obligó a sus subalternos a llevárselo en volandas. Cuando todo apuntaba a que Morante tomaría la puerta de la enfermería, se rehizo y volvió al ruedo a culminar una faena para la historia y salir a hombros por la puerta de los héroes, aunque humanos.

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