Trump arma el TACO

Trump arma el TACO
Periodista

En su primer mandato, amenazó 22 veces con usar la fuerza contra países extranjeros, pero sólo lo hizo en dos. Aurugó “fuego y furia” contra Corea del Norte y con borrar Afganistán de la faz de la tierra en diez días.

El resultado fue que negoció (sin resultados) el programa nuclear del primero y una retirada del segundo sin apenas concesiones por parte de los talibanes.

Durante la campaña electoral de 2025 prometió, o dijo, que si llegaba a la presidencia acabaría con la guerra entre Rusia y Ucrania en 24 horas, o al menos muy rápidamente. Una vez elegido, en enero de 2025, dijo que había sido una broma, y que en todo caso sería algo más lento.

FILE PHOTO: U.S. President Donald Trump shakes hand with Russian President Vladimir Putin, as they meet to negotiate for an end to the war in Ukraine, at Joint Base Elmendorf-Richardson in Anchorage, Alaska, U.S., August 15, 2025. REUTERS/Kevin Lamarque     TPX IMAGES OF THE DAY/File Photo

Vladimir Putin y Donald Trump el 15 de agosto en su encuentro en Alaska 

Kevin Lamarque / Reuters

El 18 de febrero culpó al presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, ese “dictador sin elecciones”, de ser el causante de la guerra.

Diez días después, ambos discutieron violentamente en el despacho oval. Acusó a Zelensky de no tener “las cartas” adecuadas para ganar o parar la guerra y de haberse colocado “en mala posición”.

El 30 de marzo, sin embargo, mostró su enojo contra Vladimir Putin por el avances de la guerra y anunció sanciones si Rusia no paraba.

Un mes después, el 24 y 25 de abril, ordenó a Putin: “Vladimir, STOP!”. Dijo que el presidente ruso le estaba “tomando el pelo”.

El 13 de julio le concedió cincuenta días para detener la guerra; de lo contrario, aplicaría su receta favorita: aranceles.

Han pasado 94.

Los periodistas americanos han acuñado el TACO para referirse a un fanfarrón que amenaza por encima de sus posibilidades: Trump Always Chickens Out

El 8 de agosto anunció una reunión para el día 15 con Putin en Alaska, en la que se pactaría un intercambio de territorios entre Ucrania y Rusia, de manera que estaba en manos de Zelensky acabar con los combates inmediatamente.

Hablaron tres horas y fue “extremadamente” productivo, pero sin acuerdo: “No hay acuerdo hasta que haya acuerdo”, lamentó.

Pero el 23 de septiembre, para sorpresa de todos, opinó que Ucrania estaba en condiciones de recuperar sus fronteras originales.

Lo mismo ha ocurrido con su política económica.

El 1 de febrero anunció aranceles del 25% a las importaciones de México y Canadá y del 10% a las de China. Dos días más tarde, y tras algunas concesiones de sus vecinos en materia migratoria, anunció una pausa de un mes; mantuvo las de China.

El 5 de marzo anunció exenciones temporales para algunos vehículos de Canadá y México, pero veinte días más tarde rectificó con un arancel del 25% a todos los coches y camionetas de importación.

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Bautizó el 2 de abril como el “liberation day”: tasas universales del 10% a todas las importaciones (con alguna excepción para México y Canadá) y más elevadas para aquellos países con superávit comercial con EE.UU. Ya no eran castigos por países, sino por productos.

Apenas una semana más tarde, decretó una pausa de 90 días a los aranceles específicos, manteniendo la base del 10%. Los mercados habían entrado en pánico.

El 23 de mayo amenazó con un arancel del 50 % a todas las importaciones de la UE a partir del 1 de junio, pero dos días más tarde lo aplazó al 9 de julio para dar más tiempo a negociaciones. La UE contratacó con sus propios aranceles.

El 28 de mayo, el Tribunal de Comercio de EE.UU. estimó que esos peajes impuestos bajo “emergencia” excedían la autoridad presidencial y los anuló, y aunque la apelación del gobierno logró mantenerlos temporalmente, la justicia los acabó tumbando en agosto.

Al jefe de la Reserva Federal, a quien nombró, Trump le ha llamado  “tonto”, “idiota” y “espantapájaros”: lamenta que no esté “enamorado” de él

El presidente ha seguido amenazando a Europa por algunas de sus leyes, en especial las que regulan las áreas digitales; resulta que es dueño de una red social (Truth) y que los dueños de las principales (Meta, etc) fueron clave para su victoria electoral.

Hay otros episodios o frentes.

Fue él quien ya en noviembre de 2017 eligió a Jerome Powell como presidente de la Reserva Federal.

Ya tuvo roces en su primer mandato, por su ansia en subir las tasas de interés, por querer demostrar “lo duro que era”.

En su mandato actual la cosa ha ido a más. En cinco días de abril sugirió que iba a despedir a Powell (legalmente puede hacerlo) y lo contrario.

En mayo lo llamó “tonto” por no ajustar las tasas y dijo que actuaba así porque no estaba “enamorado” de él.

Cuando un periodista le preguntó qué opinaba de TACO, Trump le dijo: “Esa es una pregunta muy desagradable. La más desagradable que me han hecho nunca”.

En junio ahondó en la idea y lo calificó como “una de las personas más tontas y destructivas del gobierno”. Por ello, insistió en que pensaba liquidarlo y más tarde (en julio) en que no duraría más de ocho meses.

Powell es -dijo- un “numbskull” (espantapájaros, cabeza dura…), luego le llamó “moron” (idiota) y opinó que la junta de la Reserva Federal debía asumir el control de la institución.

A día de hoy, Powell sigue en el cargo. Su mandato acaba en mayo.

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Terroristas todos

Ignacio Orovio
Charlie Kirk speaks before he is shot during Turning Point's visit to Utah Valley University in Orem, Utah, Wednesday, Sept. 10, 2025. (Tess Crowley/The Deseret News via AP)

Estamos hablando obviamente de Donald Trump, el creador de MAGA, el hombre que firma con un rotulador gigante, a quien sus compatriotas también le han puesto un acrónimo: TACO. No por sus aranceles mexicanos ni nada de eso. TACO significa Trump Always Chickens Out, esto es, que siempre se acobarda, por decirlo educadamente. Trump aduce que es una estrategia de negociación y que los resultados a la vista están.

En mayo, cuando el término ya circulaba, un periodista de la CNBC le preguntó a Trump qué le parecía que le llamaran así. Se molestó y alegó que él, justamente, tiene fama de ser “demasiado duro”.

“No vuelvas a decir eso jamás”, le espetó al reportero. “Esa es una pregunta muy desagradable. La más desagradable que me han hecho nunca”.

Los analistas americanos y sobre todo Wall Street (y la humanidad) tememos ahora que, furiosa, la gallina tenga la tentación de cumplir sus propias amenazas.

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