Putin se queda sin opciones

Putin se queda sin opciones
Ex ministro de Asuntos Exteriores de Suecia (2006-2014). Ex primer ministro (1991-1994)

El resultado de la guerra de Rusia contra Ucrania importa no sólo para el futuro de esos países, sino para toda Europa. La raíz del conflicto es la obsesión del presidente ruso, Vladímir Putin, por restaurar el estatus de su país como potencia imperial. La antigua Rusia era un imperio altamente centralizado, o lo que Lenin llamaba una “prisión de naciones”. De hecho, es a Lenin a quien Putin culpa de romper el viejo orden imperial y permitir a Ucrania encontrar su propio camino. Pero Putin no ha tenido mucho éxito en la consecución de su visión. Cuando envió más de cien mil soldados a Ucrania en febrero del 2022, la mayoría de los observadores -incluidos prácticamente todos los expertos occidentales en el ejército ruso- previeron una rápida victoria. Pero tres años y medio después, la mayor parte de esa fuerza de invasión inicial ha desaparecido. Puede que Putin tenga el triple de soldados recién reclutados estacionados a lo largo de las líneas del frente, pero controla menos del 20% del territorio de Ucrania.

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Estado en que quedaron diversos edificios de Kyiv tras un gran ataque nocturno ruso con drones y misiles, el pasado 28 de septiembre 

Ed Ram / Getty

Nadie esperaba que el ejército ruso tuviera una actuación tan pésima, y la pregunta ahora es si hay alguna forma de que Putin pueda ganar todavía la guerra. Su primera opción es seguir persiguiendo su objetivo original: una derrota militar rotunda de Ucrania. Pero la naturaleza de la guerra ha cambiado considerablemente en los últimos años. Debido a los rápidos cambios tecnológicos en ambos bandos, la defensa funciona mejor que el ataque. Es mucho más fácil mantener el territorio que conquistarlo.

La pregunta es si hay alguna forma de que Putin gane la guerra

Aunque Ucrania ha logrado una ventaja tecnológica, Rusia la está alcanzando rápidamente, y ambos bandos han atacado cada vez más las infraestructuras energéticas vitales del otro. Pero la probabilidad de que el ejército ruso derrote al ucraniano es muy pequeña. Putin presume de avances graduales -como cuando recientemente reunió a sus comandantes en San Petersburgo para depositar flores en la tumba de Pedro el Grande-, pero estos logros carecen de gran importancia estratégica. Durante casi dos años, el ejército ruso no ha sido capaz de organizar ninguna operación ofensiva importante, y hay pocos indicios de que esto vaya a cambiar.

La segunda opción de Putin era persuadir al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para que impusiera un acuerdo a favor de Rusia, similar al que Hitler alcanzó con Neville Chamberlain y Édouard Daladier en 1938 para hacerse con parte de Checoslovaquia. Por eso Putin invirtió tanto en halagar a Trump y en colgarle diversas tentaciones pecuniarias como nuevas inversiones en los recursos naturales rusos. Casi funcionó. Putin estuvo a punto de salirse con la suya en la desafortunada reunión con Trump en Alaska. Pero los líderes europeos intervinieron rápidamente y su posterior apoyo a Ucrania ha bloqueado esta opción.

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el ministro de asuntos exteriores ruso, Serguéi Lavrov, en Alaska

Una tercera vía hacia la victoria es ganar tiempo y esperar que el apoyo europeo se desvanezca. Dado que la ayuda financiera y militar de Estados Unidos para Ucrania se ha agotado en gran medida bajo Trump, toda la carga recae ahora sobre los europeos (y algunos otros). No se trata de un asunto menor. Estamos hablando de 60.000-80.000 millones de euros (70.000-93.000 millones de dólares) al año, el 0,2-0,3% del PIB europeo.

Pero el apoyo político europeo a Ucrania es sólido. Aunque es improbable que países con problemas fiscales como Francia, España e Italia contribuyan mucho financieramente, Noruega, que se ha beneficiado enormemente de la subida de los precios de la energía provocada por la guerra, podría compensar gran parte de la financiación estadounidense perdida. Además, la propuesta de conceder a Ucrania un préstamo de 140.000 millones de euros respaldado por activos rusos congelados depositados en Bélgica podría apuntalar su economía y su producción de defensa. Aunque el plan propuesto es complicado, puede llevarse a cabo con suficiente voluntad política.

Si el ejército ruso no puede conseguir la victoria, y si Trump no puede obligar al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a someterse mientras se mantenga el apoyo financiero europeo, entonces el Kremlin no tiene ningún camino creíble hacia la victoria. Aunque los dirigentes rusos parecen totalmente ajenos a esta realidad, la conclusión es ineludible.

Por supuesto, lo que suceda a continuación es una incógnita. Putin podría intentar una escalada, aunque no tenga buenas opciones para hacerlo. O puede que finalmente acepte un alto el fuego e intente disfrazarlo de victoria. Pero cualquier final de la guerra -o de su fase activa- en el que Ucrania siga siendo soberana e independiente representará una pérdida para Putin. Aunque el territorio importa, la soberanía es la cuestión clave.

Después, asegurar y reconstruir una Ucrania todavía soberana será una tarea exigente, pero desde luego no imposible. Este proceso incluiría la adhesión a la Unión Europea, profundas reformas económicas y una fuerte postura defensiva para disuadir futuras agresiones.

En este escenario, el único camino viable para los actuales dirigentes del Kremlin sería renunciar a su sueño imperial y concentrarse en el fortalecimiento de Rusia como un estado  nación entre muchas otras. Cuanto antes se den cuenta los gobernantes, mejor para Rusia y sus vecinos.

Carl Bildt ex primer ministro y ex ministro de Asuntos Exteriores de Suecia 

© Project Syndicate, 2025.www.project-syndicate.org

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