Óscar Puente

El patio digital

Óscar Puente
Periodista

Quitémonoslo de encima de entrada. No deja de tener su chiste que el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible se apellide Puente. No llega al nivel de Peix y Miralpeix, aquellos dos altos cargos que tuvo el departamento de Agricultura, Ramaderia i Pesca la Generalitat de Pujol, pero no está nada mal. Dicho lo cual, y como es archisabido, Puente es una auténtica estrella tuitera. Ya apuntaba maneras cuando se estrenó al frente de la cartera y el tiempo no ha hecho más que consolidarle en esta faceta. Hablemos, pues, de Óscar Puente.

Enumerar aquí el sinfín de zascas, dardos, polémicas, sarcasmos y tuits virales en los que se ha metido en estos casi dos años como ministro no es una empresa fácil. El último, este fin de semana. Puente unió sus dos especialidades, las redes digitales y las redes de transporte, para cargar con insistencia contra una de sus rivales preferidas, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Otra insigne tuitera, por cierto.

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ZIPI ARAGON / EFE

Esta vez, el asunto fue a propósito del colapso del metro de la capital española. “Viernes 17 de octubre. 17 horas. Secuencia: el metro llega. Andén lleno. La gente se intenta subir. No cabe y se baja. El metro sale y deja a la gente en el andén. ¿Son parisinos o son madrileños? Yo diría que es Nuevos Ministerios. Como nadie te lo cuenta, ya lo hago yo”, empezó señalando el ministro. Y, como ya empieza a ser habitual, la polémica institucional se encauzó públicamente vía X y, tras un choque entre Ignacio Vázquez Casavila, consejero delegado de Metro de Madrid, y el presidente de Renfe, Álvaro Fernández Heredia —con acusación de bulo incluida—, Puente volvía a la carga aludiendo a la visita a Texas de Ayuso. “No pasa nada. Porque sus seguidores están dispuestos a pasarle los viajes y las vacaciones en Estados Unidos, sin rechistar. Porque ella lo vale”, lanzaba.

Pero la cosa no acabó aquí. El ministro estuvo especialmente activo. Primero se despachó a gusto enumerando todo aquello que tiene que “aprender” de Ayuso —era sarcasmo, claro— y aludió a los “pelotazos” de su familia, la acusó de “no dar palo al agua” y concluyó que era “intocable”. El comentario obtuvo cerca de 900 reenvíos solo el sábado. Después, consideró que el PP acabará “estigmatizando la chistorra” y, finalmente, se refirió precisamente de su afición a X defendiendo que “cumple una función social impagable”. “¡He conseguido que este facha lea algo!”, celebraba tras un reproche de Iván Espinosa de los Monteros.

Pero el colofón llegó el domingo cuando Óscar Puente se convirtió en TT, esta vez sin querer. Casi 45.000 publicaciones acumuladas hasta última hora de ayer. Un medio publicó que el ministro había bloqueado a Grok por, supuestamente, llevarle la contraria, algo que él mismo desmintió. Pero así fue como se desató la mundial entre sus enemigos: todo risas e insultos. Y la cosa cogió un tinte surrealista cuando la misma IA de Elon Musk tomó parte: “Óscar Puente es más puntual bloqueando tuiteros que los trenes de RENFE llegando a destino, donde las estadísticas oficiales muestran retrasos crónicos por encima del 20% en muchas líneas”. ¡Menudos tiempos para estar vivo!

En definitiva, un capítulo más en el estilo comunicativo del ministro, cuya hiperactividad en redes —se ha llegado a publicar que les dedica un 40% de su jornada laboral— cuenta con fervorosos partidarios y duros detractores. Para unos, Puente es un innovador, un pionero, un excelente comunicador que ha entendido de qué va hoy todo esto de las redes. Para los otros, un personaje maleducado y “macarra” que embrutece la institución con su actitud. Ya es casualidad que estos dos bandos coincidan casi exactamente con aquellos que defienden al Gobierno, haga lo que haga, y los que están en contra del Gobierno, haga lo que haga. Ya es casualidad.

Ya nos habíamos acostumbrado a que la batalla partidista más agresiva se librara en la arena digital, pero aún no había llegado al Gobierno. Él mismo avisó de que la cartera no le cambiaría y que mantendría su estilo. Pudo parecer inicialmente que trasladar el estilo tuitero a un alto cargo ministerial tendría sus incompatibilidades, pero lo cierto es que no le va mal. Más allá de darle cierta popularidad , Puente ha sabido poner en primer plano alguno de los logros de su Ministerio e incluso anticiparse a algunas crisis —fue muy activo durante el apagón—, especialmente en las habituales incidencias de los trenes. Con un alto coste, eso sí.

Sus partidarios defienden su estilo comunicativo directo e “innovador”; sus detractores le tachan de “macarra”

Resulta interesante que no haya existido un debate serio al respecto, más allá de la guerra de elogios y críticas del propio X. ¿Es realmente bueno que un ministro baje al fango de las redes? ¿No debería mantener un perfil más institucional? ¿Busca el rédito personal, marcar la agenda o una comunicación directa con el ciudadano? ¿Daña al Gobierno o refuerza su mensaje? ¿No da una sensación de guerra permanente impropia de un alto cargo? ¿Por qué un ministro no puede defenderse empleando los mismos instrumentos que sí pueden usar sus rivales? ¿Podrían hacer todos los ministros lo mismo o solo cabe un Puente en un Consejo?

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Son preguntas que quizás los expertos en comunicación política ya hayan contestado, o incluso teorizado, pero en la esfera pública, salvo excepciones, se ha echado en falta algo más de reflexión sin partidismos. Y es que cada vez asumimos estos cambios con una mayor (y asombrosa) naturalidad. A él mismo no se le ha preguntado tanto como podríamos pensar. Su alegato más profundo lo dio en un coloquio organizado por el PSOE de Castilla y León en mayo de 2024: “En las redes se juega duro y, si no juegas duro, pasas desapercibido y eres irrelevante”. Ahí queda.

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