Con la oposición del Likud, el partido del primer ministro Beniamin Netanyahu, el Parlamento israelí ha aprobado de forma preliminar el proyecto de ley para la anexión de la Cisjordania ocupada. La iniciativa legislativa tiene todavía por delante un largo camino para ser aprobada definitivamente por la Kneset, pero es evidente que va contra el plan de 20 puntos sellado por Netanyahu y el presidente Donald Trump para poner fin a la guerra en Gaza.
El premier israelí se ha apresurado a manifestar que la aprobación del proyecto en primera lectura fue una “provocación deliberada” de la oposición en el Parlamento para dañar sus relaciones con Washington. La oposición del Likud es más estratégica que programática, para evitar que sea la ultraderecha quien marque los tiempos. Pero ello no le ha evitado que el presidente Trump le haya dejado claro, de manera tajante y expeditiva, que EE.UU. retirará su apoyo a Israel si se anexiona Cisjordania, e incluso ha amenazado a Netanyahu con poner punto final a su alianza histórica.
El vicepresidente J.D. Vance, que esta semana ha visitado Jerusalén, se expresó en términos similares, calificando incluso de “estúpida” la primera aprobación del proyecto de ley en la cámara legislativa, un argumento que ayer ratificó el secretario de Estado, Marco Rubio, el cuarto político de alto nivel enviado por Trump a Israel en cuatro días, lo que prueba su deseo de monitorizar de cerca el cumplimiento del plan de paz.
Trump ha dejado claro el porqué de su posición: “No ocurrirá porque les he dado mi palabra a los países árabes”, dijo sobre la anexión de Cisjordania. “Israel perdería todo el apoyo de EE.UU. si eso ocurriera”, añadió. Las votaciones en la Kneset han generado malestar en la Casa Blanca, que se ha esforzado por mantener a bordo a sus socios árabes en el acuerdo de Gaza.
Estados Unidos advierte que retirará su apoyo a Israel si se anexiona el territorio palestino
Las mociones parlamentarias eran, en gran medida, simbólicas y necesitarán varias votaciones más y mucho trabajo de comisión para convertirse en ley. Pero las conversaciones sobre la anexión han adquirido mayor urgencia en Israel en las últimas semanas desde que algunos países, incluidos algunos de sus aliados tradicionalmente más cercanos, dieron el paso de reconocer formalmente la condición de Estado de Palestina.
Recordemos que el plan para poner fin a la guerra en Gaza incluye como objetivo una vía eventual y creíble hacia la autodeterminación y el reconocimiento de un Estado palestino. Netanyahu es contrario a la creación de tal Estado, pero se opuso tácticamente a las votaciones parlamentarias que han provocado la presión y las advertencias por parte de la Casa Blanca. El premier ha recordado que, sin el Likud, “es improbable que estos proyectos de ley lleguen a ninguna parte”. Los miembros de los partidos de línea dura que presentaron los proyectos de ley tienen sus propias rencillas con Netanyahu, y otros miembros centristas de la oposición aprovecharon las votaciones para avergonzar al premier y evidenciar las divisiones de su coalición de gobierno.
Hay que tener presente que Cisjordania desempeñará un papel muy importante en cualquier resolución futura del conflicto entre israelíes y palestinos. A la idea de su posible anexión por Israel se oponen no solo los propios palestinos sino también los países árabes y la comunidad internacional, liderada en este caso por EE.UU. Trump sabe que va a necesitar el apoyo de los países árabes no solo para poder llegar a implementar su plan de paz, sino para seguir haciendo negocios con ellos. No puede aceptar que Cisjordania sea anexionada por Israel porque ello sería interpretado por el mundo árabe y musulmán como sobrepasar una línea roja, destruiría toda posibilidad de una solución de dos estados y pondría en riesgo los avances logrados bajo los acuerdos de Abraham, a los que el presidente Trump quiere incorporar a Arabia Saudí.
En julio, la Kneset ya aprobó una moción no vinculante para que los asentamientos judíos en Cisjordania se conviertan en territorio israelí. Ahora se plantea como proyecto de ley. Unos 500.000 colonos israelíes viven en Cisjordania, gobernada teóricamente por la Autoridad Palestina que lidera Mahmud Abas. El Tribunal de La Haya ha exigido al Gobierno israelí que acabe con las prácticas de “discriminación” del pueblo palestino en Cisjordania y ha declarado ilegales los asentamientos judíos, una ocupación que se remonta a la guerra de los Seis Días de 1967.
La anexión impediría la solución de los dos estados y frenaría los acuerdos de Abraham
Mientras, el acuerdo de paz para Gaza no acaba de avanzar, con una primera fase de alto el fuego que pende de un hilo –Israel lo ha violado más de 80 veces– y con la incertidumbre como protagonista, pues aún no se ha dado ningún paso para avanzar en la segunda fase del acuerdo.