Se ha reaccionado tarde y mal. Es el sentir generalizado entre los ganaderos de bovino que ahora ven peligrar el esfuerzo de varias generaciones para mantener vivas sus explotaciones por una enfermedad (no hay riesgo para los humanos) que afecta a las reses y es poco conocida: la dermatosis nodular contagiosa.
A primeros de octubre se detectó el primer caso en Girona y hoy son ya 18 las granjas en esa provincia –2.500 vacas sacrificadas– con focos declarados. Desde el sector se critica la falta de reacción tanto desde el Ministerio de Agricultura como por la conselleria del ramo de la Generalitat para prevenir el avance del virus. Se conocían ya casos en Francia, dicen los ganaderos, y no se hizo nada para evitar los contagios. Y cuando el mal ha llegado a Catalunya, las vacunas, aseguran también los afectados, han tardado en llegar por culpa de una burocracia que se ha vuelto a dormir en las ramas. Una cabeza de ganado no es un coche que puede reponerse. El sacrificio de toda una cabaña por un solo contagio –es lo que está pasando– puede hacer desaparecer esa explotación.