Otra manera de vivir

Hay un momento en la vida en que te das cuenta de que el mundo ha seguido sin ti. No es que se haya ido lejos: sigue ahí, con la misma gravedad y las mismas horas, pero ya no entiendes las reglas. Antes, los discos se presentaban en un plató con preguntas ensayadas y periodistas tomando nota. Ahora, Rosalía se maquilla en directo por TikTok, se peina, fuma y tres millones de personas la miran en vertical sin haber escuchado ni una canción del disco. No importa: el acontecimiento es ella.

MADRID, SPAIN - OCTOBER 26: Lamine Yamal of FC Barcelona runs with the ball whilst under pressure from Alvaro Carreras of Real Madrid during the LaLiga EA Sports match between Real Madrid CF and FC Barcelona at Estadio Santiago Bernabeu on October 26, 2025 in Madrid, Spain. (Photo by Angel Martinez/Getty Images)

Lamine Yamal en el partido de ayer 

Angel Martinez / Getty Images

La Kings League, esa liga paralela donde los equipos se llaman Porcinos, Troncos o Saiyans, ha convertido el fútbol en un videojuego jugado por youtubers mientras los viejos del lugar seguimos discutiendo si el 4-3-3 de Cruyff sigue vivo o si el VAR ha matado la emoción. Ellos ya están en otra. Ya no ven el fútbol: lo streamean. Ya no celebran el gol: lo editan, lo ralentizan, lo memifican.

Ayer, viendo el Madrid- Barça, hicimos lo de siempre: criticar al bueno, a Lamine

Y luego está la vida de Lamine Yamal, que a los dieciocho años parece un veterano. Los chavales ya no son niños: son marcas, contenidos, pequeños influencers con contratos de publicidad y sonrisas calibradas. Y nosotros, desde el sofá, los miramos con una mezcla de ternura y perplejidad. Ayer, viendo el Madrid- Barça, hicimos lo de siempre: criticar al bueno, a Lamine, porque no se fue ni de su sombra, dudando por los motivos de su pubalgia: o tantos partidos o demasiada Nicki Nicole.

Lo curioso es que los patéticos no son ellos. Somos nosotros, que seguimos buscando coherencia en un mundo que se mueve por algoritmos. Nosotros que aún creemos que el “qué dirán” importa, mientras ellos hacen lo que quieren, como quieren y cuando quieren, sin pedir permiso. Lo cuelgan, les insultan y les da igual.

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BARCELONA, SPAIN - DECEMBER 16: Isak Andic's eldest son, Jonathan Andic arrives at the funeral chapel of the founder of Mango, Isak Andic, at the Tanatori Les Corts, on 16 December, 2024 in Barcelona, Catalonia, Spain. The founder of Mango, Isak Andic, died on December 14, at the age of 71 after suffering an accident in the mountain of Montserrat. Andic was returning from a hike with his eldest son, Jonathan, when he slipped and fell down a ravine approximately 150 meters high. (Photo by Lorena Sopena/Anadolu via Getty Images)

Ayer Lamine acabó esperando tiempos mejores, mientras el Madrid celebraba la victoria como si hubiera ganado la Champions, mientras iniciaba la cacería del niño por unas declaraciones descaradas en la vigilia.

Quizá por eso triunfan: porque ya no esperan nuestra aprobación. Y porque, aunque a veces nos parezcan cretinos, tienen una libertad que nosotros perdimos el día que empezamos a mirar hacia los lados antes de decir lo que pensábamos. Ellos no son el problema. El problema es que el futuro habla un idioma que ya no dominamos mientras seguimos esperando los subtítulos.

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