Estados Unidos ha presentado un proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU que será votado el próximo jueves y que defiende que el territorio del Sáhara Occidental disponga de una “autonomía genuina bajo soberanía marroquí”. El texto insta a Rabat y al Frente Polisario a empezar “conversaciones sin demora ni condiciones previas, sobre la base de la propuesta de autonomía de Marruecos”, descrita como “seria, creíble y realista”.
De ser aprobado, supondría acabar con un contencioso que dura décadas y enterrar el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, que hasta ahora reconocían diversas resoluciones de la misma ONU. En otras palabras, la Casa Blanca de Donald Trump avala el plan de autonomía que Marruecos presentó en el 2007 y que contempla su única soberanía sobre este vasto territorio desértico, pero rico en fosfatos y en caladeros de pesca.
Hagamos un poco de historia. En su primer mandato, en el 2020, Donald Trump cambió la posición de EE.UU. sobre el conflicto del Sáhara Occidental y reconoció la soberanía marroquí sobre ese territorio, con la contrapartida de que Rabat estableciera relaciones diplomáticas con Israel, lo que hizo en diciembre del 2020. Todo ello enmarcado en lo que se conocería como los acuerdos de Abraham, impulsados por Washington para normalizar la relación de países árabes y musulmanes con el Estado judío. Posteriormente, países europeos como Alemania y el Reino Unido, pero con especial significación, Francia y España, se sumaron a la posición estadounidense.
Estados Unidos quiere que la ONU avale la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental
El volantazo español fue una bomba política. El presidente Sánchez anunció el 18 de marzo del 2022 el cambio de la histórica posición española, apoyando el plan marroquí y acabando con la neutralidad que España había mantenido sobre este delicado tema. Ello provocó una seria crisis en las relaciones de Madrid con el Frente Polisario y con Argelia. Precisamente, el pasado día 19 el ministro del Interior, Grande-Marlaska, viajó a Argel en la primera visita de un miembro del Gobierno español desde la crisis diplomática de hace tres años para normalizar relaciones. Pero el Tratado de Amistad y Buena Vecindad, que enmarca el desarrollo de las relaciones entre los dos países desde el 2002, continúa suspendido. En cuanto a Francia, las relaciones con Argelia siguen deterioradas y ambos países han retirado sus respectivos embajadores.
La crisis del Sáhara, con la huida de gran parte de la población saharaui a los campos de refugiados en Argelia, provocó que el Frente Polisario se declarase en guerra con Marruecos y lleva años imposibilitando el restablecimiento de relaciones entre Rabat y Argel, rotas desde agosto del 2021. Un espinoso tema en el que también Trump quiere meter baza. Steve Witkoff, el principal negociador y hombre de confianza del presidente en los conflictos de Gaza y Ucrania, y Jared Kushner, el yerno de Trump, afirmaron hace unos días que están trabajando para hacer posible un acuerdo entre Marruecos y Argelia en un plazo de dos meses. Al mismo tiempo, Massad Boulos, asesor de Trump para asuntos africanos, ha estado llevando a cabo una diplomacia itinerante entre Rabat y Argel.
La Administración republicana quiere que los dos “pesos pesados” de la región normalicen sus relaciones y finalice el conflicto del Sáhara Occidental. Los asesores de Trump presentan la iniciativa Marruecos-Argelia como una extensión de la filosofía de los acuerdos de Abraham, que prioriza los incentivos económicos y la estabilidad regional sobre las disputas ideológicas. Pero en el horizonte está también el tema clave de la estabilidad del Sahel, donde el yihadismo tiene una presencia importante. Pacificar ese vasto territorio interesa a EE.UU., pero también a Europa, a China e incluso a Rusia, porque todos tienen allí intereses que defender, entre ellos los minerales y materias primas existentes en diversos países de la zona.
Washington trabaja para que Marruecos y Argelia normalicen sus relaciones en dos meses
El Polisario rechaza cualquier solución “impuesta” que salga de la ONU. Pero, en paralelo, también ha enviado al organismo internacional una propuesta en la que se muestra favorable a negociar con Rabat un acuerdo político que sea aceptable por ambas partes. El jefe de la diplomacia del Polisario, Mohamed Yeslem Beissat, ha manifestado que están dispuestos a aceptar el plan de autonomía propuesto por Marruecos, pero solo si la población saharaui lo valida en un referéndum.
El Polisario podría encontrar en el Consejo de Seguridad el apoyo de Rusia, que siempre se ha alineado con la posición de Argelia y, por ende, de los saharauis. Habrá que ver si el proyecto de resolución de EE.UU. sale adelante o si Moscú finalmente veta la propuesta. En cualquier caso, las piezas empiezan a moverse en el Magreb, también aquí por los intereses de Donald Trump.