Funeral de Estado por las víctimas de la dana

Ayer se cumplió un año del trágico 29 de octubre del 2024, día en que una devastadora riada causó 229 víctimas mortales en la Comunitat Valenciana (237 si se contabilizan las registradas en Albacete, Cuenca y Málaga), afectó a decenas de miles de personas y ocasionó muy cuantiosos daños materiales. El acto central de esta conmemoración, presidido por los Reyes, con asistencia del presidente del Gobierno, ministros y otros altos cargos, fue un funeral de Estado, celebrado con rito laico por la tarde en el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe, ubicado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias valenciana. Asistieron a este acto 625 familiares de las víctimas, 180 autoridades y 90 medios acreditados. Participó también Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, muy criticado por su conducta durante la dana de hace un año, en particular por las asociaciones de familiares de las víctimas, que pidieron expresamente que fuera excluido de la ceremonia, aunque sin éxito. Sí fue excluido, por el contrario, del encuentro previo que los Reyes y el presidente del Gobierno mantuvieron con deudos de los fallecidos.

A su llegada al museo, Mazón fue recibido con insultos. El acto, marcado por la sobriedad, y en el que se recordaron los nombres de las víctimas, incluyó varios parlamentos de familiares. En alguno resonaron ecos de los reproches dedicados a Mazón y, también, del dolor de quienes perdieron a familiares y amigos. Un dolor que el Rey, en su discurso, calificó de inmenso y dijo compartir, para luego animar a seguir analizando las causas de la tragedia. Al término del acto, volvió a saludar, junto a la Reina, a los familiares. No faltaron, en los compases finales del funeral, gritos de “Mazón, dimisión”.

Los Reyes presiden en València un emotivo homenaje a cuantos murieron en la riada

La larga sombra de la dana valenciana planeó sobre toda la jornada política de ayer. Empezando por la sesión de control matutina en el Congreso, que se inició con un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas de la riada, a cuyo término la oposición salió en tromba contra el Gobierno, devolviendo al hemiciclo su ruidosa atmósfera habitual. El líder de la opo­sición Alberto Núñez Feijóo, que el lunes aseguró que “esta es la semana de las víctimas” y que no tenía más objetivo que rendirles homenaje, a ellas y a sus familiares, tardó poco en acusar a Pedro Sánchez de “politizar la tragedia”. Y le dedicó una larga retahíla de acusaciones, en las que luego insistieron otros dirigentes populares. El barro ha sido retirado ya de muchísimas calles valencianas, pero sigue ensuciando el Con­greso.

El presidente optó por no responder a tales andanadas, argumentando que el día del aniversario de la dana no era adecuado para el rifirrafe. No compartió su opinión Esther Muñoz, portavoz parlamentaria del PP, que en una desabrida intervención le acusó de usar a las víctimas y de no haber hecho nada por ellas. Quizás el PP no sea el partido más acreditado para formular semejante acusación, cuando el presidente de la Generalitat Valenciana no ha sabido hallar hueco, a lo largo de todo un año, para reunirse con las asociaciones de las víctimas y ofrecerles algún tipo de consuelo.

Mazón estuvo presente en el acto, pero fue excluido del encuentro con los familiares

Ayer por la mañana, ante el Consell de la Generalitat Valenciana, Mazón leyó una declaración institucional en la que reconoció que hace un año “hubo cosas que debieron funcionar mejor”. Dada su condición de máxima autoridad valenciana, eso quizás podría interpretarse como un atisbo de autocrítica. Aunque quizás fuera más exacto afirmar que el 29 de octubre del 2024 el comportamiento de Mazón dejó que desear. Y, asimismo, que en los últimos doce meses no ha sido mucho mejor. El todavía presidente de la Generalitat Valenciana ha sido incapaz de ofrecer un relato coherente de lo que hizo en la tarde de aquel día, más allá de reconocer que comió, durante alrededor de cuatro horas, con una periodista, mientras la catastrófica tormenta sembraba la muerte en su comunidad. Las explicaciones que ha dado han sido erráticas, y las ha ido modificando a medida que se desvelaban nuevos datos, cayendo en contradicciones.

La dirección del PP ha optado por no presionar a Mazón para dejar el cargo, a pesar de las reiteradas protestas populares que han pedido su dimisión en las calles de València –la última reunió el pasado sábado a unas 50.000 personas–. Y a pesar también de que ahora es un engorroso lastre para la formación conservadora, que acaso sufra las consecuencias electorales del sostén que le ha prestado y lamente, tarde o temprano, no haberle hecho asumir sus responsabilidades.

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