Rusia pone el pie en Pokrovsk

La guerra de Ucrania, que hoy alcanza los 1.354 días y en tres meses cumplirá cuatro años, sigue con toda su crueldad, sus bombardeos, sus víctimas diarias y con las perspectivas de eternizarse a las puertas de un nuevo invierno muy difícil para la población ucraniana.

En el tablero geopolítico, la Unión Europea aprobó el 23 de octubre su 19.º paquete de sanciones a Rusia, entre las cuales figura adelantar un año, del 2028 al 2027, la prohibición de adquirir gas natural licuado ruso. Lo hizo un día después de que el presidente Trump aprobara la imposición de sanciones a las dos principales petroleras rusas, Lukoil y Rosneft. Ambas decisiones iban en la línea de presionar a Rusia para que aceptara un alto el fuego después de que se cancelara la anunciada cumbre entre Trump y Putin en Budapest. Una cita en la que el líder republicano confiaba en hacer entrar en razón al líder del Kremlin, pero que anuló al ver que Putin no es Netanyahu –al que sí obligó a aceptar su plan de paz para Gaza– y ante el temor a volver a hacer el ridículo como ya le pasó en la cumbre de Alaska.

La anulación de ese encuentro era una prueba más de la imposibilidad de llegar a una mínima tregua en la guerra de Ucrania. El Kremlin ha demostrado no tener el más mínimo interés en sentarse a negociar porque la situación actual le favorece en el frente bélico. Por el contrario, la estrategia del presidente Zelenski es intercambiar espacio por tiempo para esperar a que la guerra, imposible de ganar en el terreno táctico, se decida en el nivel político.

Los ejércitos rusos y ucraniano llevan tiempo enzarzados en tres principales frentes de combate, donde apenas se producen avances y retrocesos. Por eso cualquier movimiento, y mucho más una victoria, adquieren especial relieve. Y eso es lo que puede ocurrir en la ciudad minera de Pokrovsk, una urbe que antes tenía 60.000 habitantes, hoy completamente destruida, y donde los ucranianos se defienden casa por casa para evitar que las tropas rusas, que han roto las defensas de la ciudad y que Kyiv cuantifica en 100.000 soldados, se apoderen de ella tras más de un año de combates. Aún no está rodeada y hay un cuello de botella de unos cinco kilómetros de ancho por el que pueden replegarse las tropas ucranianas. Y mientras los rusos no corten las líneas de suministro, no estará todo perdido para los defensores. La llegada del invierno puede decidir el desenlace de esta batalla.

Si los rusos toman la ciudad ucraniana, en la región de Donetsk, sería su mayor victoria desde el 2023

Pero si finalmente conquista Pokrovsk, sería una importante victoria estratégica y propagandística para Rusia, ya que esta ciudad es clave para hacerse con todo el Donbass, formado por las provincias de Luhansk y Donetsk, una región que Putin ha codiciado durante mucho tiempo. La última conquista importante de Moscú en Ucrania fue Bajmut, en mayo del 2023, seguida de la ciudad de Avdíyivka, en febrero del 2024. Pokrovsk, un importante nudo de comunicaciones, ha devenido también un campo de batalla entre los relatos bélicos de ambas propagandas.

Si acaba en manos rusas, las principales ciudades restantes de la región –Sloviansk y Kramatorsk– quedarían expuestas a ser rodeadas y engullidas, aunque antes los rusos deberían conquistar todavía bastante territorio. La resistencia ucraniana en la ciudad pone de manifiesto las enormes dificultades a las que se enfrenta Kyiv para defender una línea del frente que se extiende a lo largo de más de 1.200 kilómetros.

El debate en el Gobierno ucraniano es si hay que resistir hasta el final y sacrificar a sus defensores o es mejor una retirada estratégica para salvar vidas y reorganizarse en la retaguardia. Lo que ocurre en Pokrovsk evidencia un problema fundamental para Ucrania: no tiene suficientes soldados. Desplaza batallones o brigadas para contrarrestar las incursiones de los rusos, y estos aprovechan cualquier vacío que queda en la línea del frente. Ucrania también se ha visto obligada a suspender la línea férrea que unía Kramatorsk, en el Donbass, con el resto del país.

La caída de Pokrovsk reforzaría el argumentario del Kremlin de que Rusia avanza en el frente y que la guerra solo empeorará para Ucrania si no accede a sus onerosas exigencias para poner fin al conflicto. En este contexto hay que interpretar que Putin, que necesita mostrar un éxito militar, haya ignorado los llamamientos de Trump y apueste por seguir los combates.

Cerca de entrar en su cuarto año, la guerra no solo empeora, sino que va camino de eternizarse

Pero la pérdida de Pokrovsk puede tener una importancia militar relativamente limitada para Ucrania. Los avances graduales de Rusia tienen un costo inmenso en vidas y material, y los mandos militares ucranianos sostienen que las grandes pérdidas que están infligiendo a las tropas del Kremlin allí afectarán de manera más amplia el esfuerzo bélico ruso. Con todo, lo único seguro es que la guerra no solo prosigue, sino que va camino de empeorar y de eternizarse.

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