El presidente francés, Emmanuel Macron, ha hecho un llamamiento contra el fatalismo climático desde la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno mundiales celebrada esta semana en la ciudad brasileña de Belém, la capital de la Amazonia. Esta cumbre, a la que han asistido apenas unos treinta líderes mundiales, incluido el presidente del Gobierno español, ha sido la antesala de la COP30, la conferencia anual sobre el clima de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El llamamiento de Macron para reavivar la lucha contra el cambio climático, secundado también por Pedro Sánchez, se explica porque el panorama que se cierne sobre esta conferencia parece, de entrada, bastante sombrío.
El propio secretario general de la ONU ya ha reconocido, en vísperas de la COP30, que es inevitable que el calentamiento del planeta este siglo supere los 1,5 grados centígrados con respecto a la era preindustrial. Este es el límite principal que se estableció en el Acuerdo de París, firmado hace diez años por la mayoría de los países, incluido Estados Unidos, ahora el gran ausente de la COP30. “El camino hacia un futuro habitable en la Tierra es más difícil cada día”, ha advertido António Guterres, que también afirma que no hay que abandonar la lucha.
El sentimiento mayoritario de la población mundial también coincide con la necesidad imperiosa de frenar el cambio climático, pero la realidad lamentablemente no responde a ese deseo. En la actualidad, además, el contexto geopolítico no ayuda a la imperativa reducción del consumo de energías fósiles que desestabiliza el clima del planeta. El negacionismo climático de Trump, y su defensa de la industria petrolera, es una gran piedra en el camino de la lucha de la humanidad para lograr la estabilidad del clima. Estados Unidos es el primer país emisor de gases de efecto invernadero, seguido de China, también con sus máximos dirigentes ausentes de la COP30. El tercero es India y el cuarto la Unión Europea.
La conferencia del clima COP30 se inaugura en un ambiente de pesimismo en el logro de los objetivos
¿Puede hablarse de fracaso del Acuerdo de París en el inicio de la COP30? El secretario general de la ONU dice que sí, que es un fracaso colectivo. Superado el límite de 1,5 grados centígrados de calentamiento del planeta, como último objetivo, en dicho Acuerdo de París, se fijaron los 2 grados centígrados. Pero incluso esa barrera puede superarse a final de siglo. Si todo sigue igual, según los científicos, se llegará a un calentamiento de 2,8 grados, casi el doble de lo previsto. Eso puede suponer entrar en “modo desastre”.
Los científicos han advertido que cada décima de grado de calentamiento por encima del citado límite de 1,5 grados centígrados fijado en el Acuerdo de París tendrá efectos imprevisibles para los ecosistemas y para la vida humana, tales como olas de calor, sequías, incendios, inundaciones, grandes tormentas, subidas del nivel del mar, reducción de la biodiversidad, nuevas enfermedades y pandemias. El futuro climático, que ya está aquí, se presenta cargado de amenazas. Este año, probablemente, acabará siendo el tercero más caluroso de la historia desde que hay datos.
Pese a todo, hay que destacar los beneficios que ha tenido el Acuerdo de París para movilizar al mundo, aunque insuficientemente, contra el cambio climático y para impulsar las energías renovables hasta un nivel que era inimaginable. Sin ese acuerdo, la situación climática del planeta sería ahora mucho peor. La esperanza, además, no se ha perdido. En este sentido hay que destacar el acuerdo in extremis que ha logrado la UE para fijar sus objetivos de reducción de gases invernadero en el 2040. Sobre el papel ha aprobado reducirlas en un 90% con respecto a 1990, pero ello incluye muchas medidas de flexibilidad para cada Estado miembro. Ello ha sido necesario para superar las reticencias de varios países, especialmente de Italia.
La ONU admite que el Acuerdo de París ha fracasado en frenar el calentamiento del planeta
Los intereses que hay detrás de las energías fósiles, con Trump ahora como su gran aliado, son tan poderosos que hacen difícil, pero no imposible, lograr la unanimidad necesaria en la COP30 para impulsar la reducción de su consumo, que es clave para contener las emisiones de gases invernadero y frenar el calentamiento del planeta. En la agenda de la COP30 no llega ni a figurar ningún compromiso en ese sentido. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, anfitrión de esta conferencia climática, ha dicho que se incluirá una declaración al respecto. Pero su credibilidad está en juego porque Brasil ha impulsado ya la explotación petrolera de la Amazonia, el gran pulmón verde del mundo.
En este marco, la presidencia brasileña de la COP30 se dará por satisfecha con mantener activa la cooperación internacional contra el cambio climático diez años después del Acuerdo de París. No se esperan nuevos acuerdos emblemáticos. El futuro climático del planeta, pues, no pasa por sus mejores momentos.