Energía nuclear necesaria

La transición energética, a medida que avanza, plantea problemas y retos inesperados, como es el aumento de la demanda eléctrica a raíz del intenso crecimiento económico, de la llegada de las gigafactorías de inteligencia artificial (IA) que comportan un gran gasto energético, del aumento de la movilidad sostenible y, asimismo, de la necesidad de reforzar el sistema eléctrico, como evidenció el reciente gran apagón que sufrió España. Junto a ello, el despliegue de las energías renovables se enfrenta al retraso en el desarrollo tecnológico de sistemas de baterías gigantes para almacenar su producción. Todo ello, entre otras cosas, exige un debate sereno y pragmático para buscar las mejores soluciones. De entrada, lo más evidente es que no se puede renunciar a la energía nuclear tan rápido como se pensaba.

Las siete centrales nucleares en funcionamiento en España todavía producen el 21% de la electricidad y, además, ejercen un papel fundamental para estabilizar la aportación energética que hacen las renovables, que es irregular e inestable en función de las condiciones climáticas. La energía nuclear, asimismo, no emite CO2y por tanto es mucho menos contaminante que las centrales de gas natural de ciclo combinado, que constituyen el único refuerzo de las renovables que se había programado.

El Gobierno, en este sentido, ha recibido ya la solicitud de las compañías propietarias de la central nuclear de Almaraz, en Extremadura, para que se prorrogue su actividad, que debe finalizar en el 2027, y ha trasladado el expediente al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Este organismo debe estudiar dicha prórroga y emitir un informe al respecto para dictaminar sobre la seguridad de la instalación y la protección radiológica de ciudadanos y medio ambiente. Este documento será preceptivo y además vinculante tanto si tiene carácter denegatorio de la concesión como si es positivo para permitir que la central siga operando. El Gobierno, en caso de que se autorice dicha prórroga, pone como condición que no suponga una carga ni un coste adicional a los contribuyentes ni a los consumidores.

El Gobierno eleva al CSN la petición de las eléctricas de aplazar el cierre de la central de Almaraz

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) en sus últimos informes defiende el uso de energía nuclear para compensar la naturaleza variable de las renovables. Paralelamente, numerosos países se plantean apostar de nuevo por ella, como es el caso de Estados Unidos, China, Rusia e India. España, de momento, ha asumido que probablemente deberá retrasar el cierre previsto de las centrales nucleares, como lo demuestra la citada decisión sobre Almaraz.

La AIE estima que la producción de energía nuclear podría incrementarse en un 90% en el año 2030 en el mundo. Más de cuarenta países, además de los citados, tienen planes para reforzar sus instalaciones nucleares. Es un cambio radical frente a la demonización de esta energía como consecuencia de los accidentes producidos en el pasado en Chernóbil y Fukushima. A la citada recuperación de la energía nuclear contribuirá el desarrollo de los reactores nucleares de cuarta generación, los reactores mo­dulares pequeños, los microrreactores o los reactores de fusión, que permiten una gestión más flexible y segura de esta energía. La energía nuclear, por tanto, está de vuelta. El porcentaje de europeos partidarios de prescindir de la energía nuclear ha pasado del 41% en el 2016 a solo el 15% en la actualidad.

La mitad de la energía eléctrica de Catalunya aún depende de las centrales de Ascó y Vandellòs

En España, de momento, con independencia de lo que el CSN decida sobre el futuro de Almaraz, el Gobierno mantiene el plan de cierre escalonado entre el 2027 y el 2035 de las siete centrales presentes en el país por razones de seguridad. El cierre de las catalanas Ascó I está previsto para el 2030, Ascó II en el 2032 y Vandellòs II en el 2035. De ellas depende la mitad de la energía eléctrica que consume Catalunya. Las compañías propietarias invierten constantemente para poder garantizar su continuidad si el Gobierno así lo decide.

Antes de pensar en la continuidad de las centrales nucleares, en cualquier caso, lo más urgente y necesario es que la industria nuclear aporte soluciones para poder alargar sin problemas la vida útil de dichas centrales. La realidad, sin embargo, es que más allá de las posibles prórrogas que se establezcan, el futuro energético de España, según los planes aprobados, debe afrontarse sin centrales nucleares. Pero la duda es si el sistema eléctrico español –y especialmente el catalán– puede funcionar basado exclusivamente en las energías renovables, sin el soporte de la energía nuclear, y con el funcionamiento de centrales de gas de ciclo combinado, que son altamente contaminantes. El debate está sobre la mesa y no debería prolongarse demasiado, ya que las decisiones energéticas necesitan largos plazos de maduración.

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