Mi entras Europa sale trasquilada cada vez que mete la pierna en el tablero internacional, en los pasillos del Parlamento Europeo, en Bruselas, las preocupaciones son otras. Así lo ha demostrado el ministro italiano de Agricultura, Francesco Lollobrigida, que ha puesto el grito en el cielo al comprobar que en el supermercado de la institución comunitaria se vende una salsa carbonara que, no sólo está elaborada en Bélgica, sino que contiene panceta y nata. El político de extrema derecha ha expresado su disgusto ante semejante ataque a la receta tradicional, elaborada con guanciale, huevo y queso pecorino, y ha solicitado una investigación “inmediata”. En su ayuda han salido varios medios de comunicación italianos culpando a Ursula von der Leyen del drama culinario, sin tener en cuenta que el supermercado en cuestión es un comercio privado en la planta baja del Parlamento. Detalles sin importancia ante un desprecio que extienden a la sufrida salsa boloñesa, y que según sus cálculos supone unas pérdidas de 120.000 millones de euros para los italianos.
Populismo en su salsa
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