Un sí mayúsculo a la energía verde, pero no a toda costa, sin analizar previamente todas las implicaciones que puede tener para un territorio. Sí a los molinos y a las plantas fotovoltaicas, pero repartidas equitativamente por toda Catalunya. El equilibrio territorial supone no concentrar las instalaciones incómodas de las que nos beneficiamos todos en unas pocas comarcas de Tarragona y de Lleida, tal como ha sucedido hasta ahora. Las fuentes de energía renovable son indispensables, hay que avanzar para cumplir con los objetivos marcados por Europa, pero también es vital proteger la agricultura, garantizar la soberanía alimentaria y no perder el paisaje mosaico que nos blinda ante devastadores incendios. Por un lado, los gobernantes reivindican la importancia del campo, pero por otro pequeños ayuntamientos rurales reciben gigantescos proyectos que van en la línea contraria, tal como explica Esteve Giralt en las páginas de Vivir. El desplegamiento ecuánime de los parques merece un debate en profundidad.
Equilibrio energético
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