La mayoría de los barceloneses que se han desplazado esta semana a la Feria del Libro de Guadalajara (la capital catalana ha sido este año ciudad invitada) ya estaban avisados: si bien la temperatura de Guadalajara en esta época del año es agradablemente templada, en el interior de los pabellones de Expo Guadalajara, donde se celebra el evento, suele hacer un frío que pela. Lo comprobaron de entrada los asistentes a la ceremonia inaugural. Durante casi tres horas, el sistema de aire acondicionado fue activándose con regularidad, proyectando sobre los presentes una sensación de frío que algunos, exagerando pero no del todo, definieron como “ártico”. Lo advirtió también el presidente de Planeta, José Crehueras, en el parlamento de la fiesta de su editorial, cuando, entre elogios a la FIL, deslizó una crítica a esta circunstancia. Pero la queja más ocurrente fue la de la escritora Carme Riera. En pleno acto de homenaje a la agente Carmen Balcells, la novelista no pudo más y, mirando al techo, dijo: “Desde el cielo, Carmen me ha pedido que bajemos el aire acondicionado”.
El ruego de Carme Riera
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