De irrelevante a traicionada

Desde hace tiempo, Europa ejerce un papel secun­dario en el tablero de la geopolítica mundial. La falta de liderazgos fuertes y la irrupción de Trump han agravado esta situación. Uno de los ejemplos más claros de esta realidad es la irrelevancia que la Unión Europea tiene en las negociaciones para lograr la paz en Ucrania. Pero a ello hay que sumar ahora la nueva doctrina Trump, que supone una ofensiva y una traición a Europa, a la que califica de débil, en declive y al borde del final de su civilización si no la salvan los partidos ultraderechistas del continente.

Analicemos las dos situaciones. En cuanto a Ucrania, EE.UU. Negocia bilateralmente con ucranianos y con rusos. Los europeos no solo no aparecen en la ecuación, sino que Washington y Moscú coinciden en que suponen un estorbo porque son los únicos que defienden a Ucrania. La UE insiste en que ninguna solución sobre la guerra puede ser tomada sin los ucranianos y los europeos, ya que de la resolución del conflicto podría depender la futura seguridad del continente. Pero hasta ahora sus demandas han sido ignoradas tanto por EE.UU. Como por Rusia, en ocasiones incluso con manifiesto desprecio.

Desde el comienzo de la guerra, la UE no ha sabido o no ha podido liderar ninguna iniciativa seria para poner fin al conflicto. Se ha convertido en un pilar financiero para Ucrania y mantiene su apoyo total (ayer Starmer, Macron y Merz se reunieron con Zelenski), pero depende de EE.UU. En materia de defensa y carece de una estrategia autónoma de seguridad, lo que minimiza en gran medida su papel en una mesa negociadora y deja todo el protagonismo a Donald Trump.

Pasado casi un año, los europeos siguen sin saber cómo reaccionar a la llegada de Trump a la Casa Blanca. El viejo orden internacional ya no existe, Europa sigue sin encontrar su lugar y sabe que ya no puede contar con la protección y la seguridad que le proporcionaba EE.UU. Así que se ha tenido que tragar sus convicciones y aceptar todo lo que Trump le ha exigido. Y no ha tenido más remedio que rebajarse a una política de dependencia y de adulación servil al amigo americano con la excusa del pragmatismo.

Una vez más, Europa se ve apartada de las negociaciones para la paz en Ucrania

Eso sí, la UE ha impuesto a Rusia hasta veinte paquetes de sanciones a lo largo de estos casi cuatro años de guerra, y ahora su apuesta pasa por utilizar los activos rusos congelados para financiar a Ucrania, que se calcula que necesitará 135.000 millones de euros en los dos próximos años. La Comisión Europea propone conceder un préstamo a Kyiv usando como garantía los activos rusos retenidos por una empresa de servicios financieros con sede en Bélgica y dedicada a la custodia de valores, pero el Gobierno belga rechaza esta opción. La Unión Europea no puede permitirse un fracaso en este tema. Si es incapaz de asegurar la financiación de Ucrania, las consecuencias pueden ser funestas para Kyiv, pero también para los europeos.

Mientras, un desafiante Vladímir Putin ha llegado a afirmar: “Si Europa quiere guerra, estamos listos”. El líder ruso acusa a los países europeos de impedir que la Administración Trump logre una solución pacífica porque, según él, “los europeos no tienen una agenda de paz y están al lado de la guerra”.

Pero si Europa ya sabía que no puede esperar nada de Putin, más duro aún ha sido ver cómo la respuesta de la Administración Trump a la genuflexión europea ha sido recibir un ataque contundente con la agresiva y destructiva retórica plasmada el pasado viernes en su Estrategia de Seguridad Nacional. Un texto, firmado por el propio Trump, que deja claro que para Washington Europa es territorio hostil, que el continente está a un paso de la “desaparición de su civilización” por culpa de sus políticas migratorias masivas de las que solo pueden salvarle los partidos “patrióticos” –es decir, la ultraderecha– y que la UE es un organismo que socava la libertad de expresión y la soberanía.

“Si las tendencias actuales continúan, el continente será irreconocible en veinte años o menos. Así las cosas, está lejos de ser evidente que ciertos países europeos vayan a tener economías y fuerzas armadas lo suficientemente fuertes como para seguir siendo aliados fiables”, sentencia el texto, que llama a “restablecer la estabilidad” en clave interna, también en su relación con Rusia, que define como “falta de confianza”. Una ofensiva en toda regla que solo ha tenido hasta ahora una tibia respuesta desde Bruselas para no romper la relación transatlántica.

La nueva doctrina Trump desprecia a la Unión Europea y promueve los partidos de ultraderecha

De la irrelevancia a la traición del amigo americano, hasta ahora su principal aliado. Europa se mueve entre el pragmatismo servil y la incapacidad política, y necesita superar su pasividad y su debilidad estratégica si quiere recuperar el papel que ha perdido en el nuevo tablero geopolítico mundial.

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