Las elecciones regionales que se van a celebrar en Extremadura pueden parecer algo lejano y muy distante para los ciudadanos del resto de España. Pero van a ser más importantes de lo que parece, porque Vox quiere utilizar esta comunidad como prueba de experimentación con el PP de lo que puede hacer en un futuro en unos comicios generales. Así como en la Comunidad Valenciana el partido de Santiago Abascal ha mostrado su imagen más pactista y ha facilitado la gobernabilidad al popular Juanfran Pérez Llorca, en Extremadura van a exhibir su lado más agresivo, como ya se ha demostrado en el inicio de la campaña electoral.
El objetivo final de Vox no es el de ser el complemento del PP en distintos gobiernos para obligarle a hacer políticas más acordes con su ideario. Eso es algo de los partidos bisagra. Lo que busca en realidad es ocupar el espacio del PP, como tantas fuerzas de derecha extrema están haciendo en Europa. La estrategia de seguridad sobre el Viejo Continente que ha divulgado Donald Trump es todo un acicate para el partido. Y el crecimiento de las encuestas los anima a ello.
El ciclo electoral que el PP ha abierto con la convocatoria en Extremadura, que puede seguir con Aragón, Castilla y León y Andalucía, será un auténtico reto para el PP. Diseñado para debilitar al Gobierno del PSOE, Alberto Núñez Feijóo se juega que le crezca aún más ese espacio que tiene a su derecha.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el líder de VOX, Santiago Abascal
La actual presidenta extremeña, María Guardiola, aspira a lograr la mayoría absoluta de 33 escaños. Para ello debería sumar cinco respecto a los que obtuvo en las últimas elecciones, en las que empató con el PSOE. Ganar a los socialistas no debería ser complicado, ya que el candidato de este partido, Miguel Ángel Gallardo, está procesado por su vinculación con las supuestas irregularidades en la contratación del hermano de Pedro Sánchez. El problema es que si el PP no logra la mayoría, Vox piensa hacerle pagar muy caro su apoyo. Tanto que no es descartable una segunda vuelta electoral. Abascal ha planteado, incluso, exigir otro presidenciable que no sea Guardiola. La batalla de las dos derechas promete ser muy intensa. Qué lejos queda aquella Extremadura donde el PSOE había gobernado 36 de los 42 años de autonomía.