En detalle, en su interior, más que tortuosa, la trayectoria de los acontecimientos parece, en sus momentos cruciales, un escarpado precipicio donde, como cabras aterradas, se precipitan las esperanzas de que el territorio arduamente recuperado al océano, a las olas, no sea nuevamente sumergido. Que la ley ancestral que nos permitió subsistir cuando apenas poseíamos habla y sí mucho frío no retorne a prevalecer. Que las protestas de hace dos días, sus letreros, sus coros, no se repitan en el presente. Reflexionaba sobre esto mientras observaba impactantes fotografías de 1970 en Los Ángeles, de la masiva manifestación de la Moratoria Chicana contra la guerra de Vietnam, donde la proporción de fallecidos de esta comunidad era excesiva. Sacrificables.
Una secuencia del documental 'Asco: sin permiso', el cual ha dado inicio al festival Dart
La discriminación social y escolar, la violencia policial habitual contra los chicanos y las suspicacias del FBI de Hoover contra “movimientos nacionalistas en las minorías” acabaron la marcha con una dura carga, parte del distrito ardiendo y tres muertos en las calles. Las imágenes abren Asco: sin permiso , el documental que ha inaugurado el Dart, el Festival Internacional de Cine y Arte de Barcelona. Asco fue el inequívoco nombre de un colectivo de jóvenes chicanos descarados que, ante la falta de representación de su colectivo en el arte y en el vecino Hollywood, se lanzarían a convertirse en estrellas del happening y la fotografía, con pintorescas procesiones y con no movies : no tenían dinero para rodar, pero sí para caracterizarse y tomar una foto de un instante de una película en realidad inexistente pero que parecía concentrar toda una historia. Fotografías escenificadas muy comunes después y que les llevaron a jugar también con las fake news contra unos medios en los que lo chicano apestaba. Una magnética imagen de los cuatro miembros de Asco vestidos de dandi frente al gran agujero de un colector parece sintetizar su propuesta.
La historia no se compone únicamente de sucesos fortuitos, sino que también se sustenta en pilares sólidos, arduos de erradicar.
El cineasta Travis Gutiérrez aclara que la película es una reacción a Trump. Sin embargo, las escenas de agresión y prejuicio de la década de 1970 no solo evocan que el pasado tiene contratiempos, sino que a menudo posee orígenes que son arduos de erradicar. El visionario del avance, Condorcet, era consciente de ello: “Los hombres conservan aún los errores de su infancia, los de su pueblo y los de su siglo mucho tiempo después de reconocer todas las verdades necesarias para destruirlos”.