Una crisis tan grave exige otro tipo de reacción

Una crisis tan grave exige otro tipo de reacción
Editorial Team

Hace meses y años que la oposición conservadora, encabezada por Alberto Núñez Feijóo (PP), se aplica en la erosión mediática del Gobierno presidido por Pedro Sánchez (PSOE), reiterando todo tipo de acusaciones en su contra y reclamando elecciones anticipadas con creciente frecuencia. Esa es su pauta de actuación y los titulares de prensa que la reflejan parecen repetirse un día tras otro. Pero ya es menos frecuente que Yolanda Díaz (Sumar), vicepresidenta segunda del Gobierno, exija a su socio en el Ejecutivo una “remodelación profunda” porque “así no podemos aguantar”. Y eso es exactamente lo que Díaz hizo ayer.

Tan significativas declaraciones llegaron después de que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil detuviera el miércoles a Vicente Fernández, expresidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), y a Leire Díez, exmilitante socialista, y de que ayer hiciera lo propio con el empresario Antxon Alonso, dueño de la firma navarra Servinabar, socio de Santos Cerdán y vinculado también a Díez, presuntos participantes todos ellos en una trama corrupta... Es decir, después de que a los distintos frentes en los que se está desangrando el PSOE –el caso de corrupción que reúne a Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García; y también los casos de acoso sexual atribuidos a miembros del aparato socialista– se uniera la grave extensión de la trama corrupta hacia la SEPI y hacia otros organismos. La UCO recabó documentos en los ministerios de Hacienda o Transición Ecológica y a Correos, entre otras instituciones.

La implicación de un expresidente de la SEPI daña más a un PSOE herido por la corrupción y el machismo

El PSOE va encajando estos y otros golpes con maneras de gran fajador, resuelto, como repite Pedro Sánchez, a agotar la legislatura en el 2027, y desoye la petición de adelantar elecciones. El PP tiene vergüenzas propias que ocultar –el caso Montoro, por ejemplo-, y eso propicia que, cuando afloran, parezca que los socialistas recuperan la iniciativa. Pero, por lo general, a tales recuperaciones las sucede otra caída, motivada por otro escándalo que se suma a los anteriores, todos ellos muy ruidosos, aunque no por igual fundamentados.

Dicho lo cual, creemos que esta vez la vicepresidenta Díaz no anda desencaminada. Sea cual sea la dimensión y los efectos finales de cada uno de esos casos, su mera acumulación obstaculiza ya mucho la labor del Gobierno, por no hablar de cómo daña su reputación progresista, en términos de limpieza democrática o de feminismo. Quizás sea, pues, imprescindible que el propio Sánchez adopte ya medidas contundentes que marquen un antes y un después.

No estamos diciendo que una profunda remodelación del Gabinete ministerial sea ineludible, ni tampoco una solución milagrosa. Decimos, eso sí, que el presidente del Gobierno, si de veras quiere seguir siéndolo tras unas futuras elecciones, debería actuar con determinación para frenar la pérdida de apoyo entre sus votantes que no aceptan que la corrupción anide en la esfera de poder socialista, o la no menos preocupante pérdida de respaldo entre las mujeres que no admiten que altos cargos del PSOE se hayan propasado con sus compañeras ni que la respuesta del partido haya arrastrado tanto los pies.

Pedro Sánchez debería dar explicaciones más satisfactorias que las que ayer ofreció Rebeca Torró

De la primera comparecencia de Rebeca Torró desde que a principios de julio fue nombrada nueva secretaria de organización del PSOE, en sustitución del caído Cerdán, se esperaba ayer una reacción más enérgica. No la hubo y eso causó decepción. Corresponde por tanto al presidente Sánchez formular esa reacción y hacerlo cuanto antes. Aguardar a que pase el período navideño, creyendo que en su transcurso el temporal amainará, puede ser una mala idea.

Es verdad que, pese a las vías de agua, la nave gubernamental sigue navegando. El jueves, en el Congreso, le tumbaron por segunda vez la senda del déficit, necesaria antesala de los presupuestos, pero a la vez logró sacar adelante cuatro leyes. Y es verdad que Sánchez goza de prestigio entre la izquierda europea: el semanario L’Espresso acaba de elegirle “persona del año”, mientras el Centro de Investigaciones Sociológicas, por lo general muy optimista ante el futuro del PSOE, acaba de darle una estimación de voto del 31,4% (y solo del 22,4% al PP). Pero estos bálsamos no bastan para sanar un cuerpo lleno de rasguños y heridas, que solo podría recuperarse con unas reformas de calado, suficientes para recuperar la confianza de sus electores. Sin ellas, una hipotética derrota podría venir más de la desmovilización de sus propias filas que de los vituperios de la oposición.

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