Tras dieciséis horas de discusiones, el Consejo Europeo consiguió en la madrugada de ayer llegar a un acuerdo in extremis sobre cómo financiar a Ucrania en los próximos dos años y evitar así la bancarrota de ese país. Los líderes europeos han sido incapaces de llegar a un acuerdo sobre el uso de los activos rusos inmovilizados para dar un préstamo a Kyiv, y finalmente han aprobado una emisión de deuda conjunta por valor de 90.000 millones de euros.
El significado político de este desenlace es evidente: la reputación de la Unión Europea se ve comprometida al no poder avanzar con la propuesta de la Comisión Europea, apoyada plenamente por Alemania, para respaldar el préstamo a Ucrania utilizando los activos rusos congelados principalmente en Bélgica, por una suma de hasta 185.000 millones de euros. A pesar de meses de discusiones, esfuerzos técnicos de último momento y presiones finales, no se logró persuadir al primer ministro belga, el ultranacionalista flamenco Bart de Wever, quien contó con el apoyo de otras naciones. El líder del gobierno belga exigía salvaguardias para la distribución de responsabilidades legales y económicas frente a posibles acciones legales por parte de Rusia, pero otros estados miembros las estimaron desmesuradas e imposibles de acatar. Su firmeza ha resultado en que De Wever emerja como el principal beneficiado de esta cumbre europea.
La incapacidad de Ursula von der Leyen y del canciller Merz, quien se opuso desde el principio a la emisión de deuda mancomunada y que ayer intentó presentar el resultado final de la cumbre como un éxito personal, forzó a los Veintisiete a recurrir a un plan alternativo en plena noche: mancomunar deuda, mediante eurobonos, por un valor máximo de 90.000 millones de euros, utilizando el presupuesto de la UE como garantía. Kyiv no tendrá que reembolsar este crédito hasta que Rusia haya abonado las indemnizaciones de guerra, y no se contabilizará como pasivo nacional, contando además con el respaldo de los activos rusos congelados en Europa.
Hungría, Eslovaquia y la República Checa se unen a la UE para proporcionar a Kyiv una suma de 90.000 millones, que se obtendrá a través de la emisión de bonos.
Sin embargo, para que esta alternativa pudiera avanzar, se requería unanimidad, y tres naciones no estaban dispuestas a participar: Hungría, Eslovaquia y la República Checa. La estrategia para resolver la situación y que retiraran su objeción ha sido emplear la denominada cooperación reforzada , la cual permite que estos tres estados queden excluidos del acuerdo mediante un estatus legal particular que evita que el crédito los impacte financieramente. De esta manera, el líder húngaro Viktor Orbán evita la obligación de desembolsar 21.000 millones y no necesitará utilizar ni un solo euro de los fondos rusos en su territorio. No debemos pasar por alto que son las tres naciones de la UE más escépticas respecto a Europa y más afines a las posturas de Rusia, por lo que, en cierto sentido, el desenlace también representa un triunfo para Putin, quien ayer celebró la incapacidad europea para utilizar los activos rusos congelados —a los que calificó de “atraco”— e incluso se permitió declarar que “en algún momento tendrán que devolver lo robado”.
Desde una perspectiva optimista, la UE ha logrado sortear la situación, a pesar de evidenciar sus limitaciones internas, al asegurar la asistencia económica para Ucrania durante los próximos veinticuatro meses, lo cual constituía la meta principal. No obstante, si se considera desde un punto de vista pesimista, el resultado es claramente desfavorable, dado que tanto Von der Leyen como, de manera particular, Alemania habían invertido considerablemente en la opción de utilizar los activos rusos inmovilizados. Lo único indudable es que la concesión del crédito representa un respiro para Ucrania, funcionando como un salvavidas indispensable y urgente. El mandatario Zelenski expresó su gratitud el día de ayer, manifestando que una base económica más robusta potenciaría la postura de su nación en posibles negociaciones de paz.
Merz y Von der Leyen no logran emplear los activos rusos como garantía para el préstamo.
La conclusión es que cada vez resulta más complicado alcanzar un acuerdo unánime en la UE sobre cómo sostener el apoyo financiero a Kyiv, y la división entre los Veintisiete es una realidad. Tanto Von der Leyen como António Costa, quien preside el Consejo Europeo, optaron por evadir la responsabilidad por el fracaso de su propuesta, enfatizando en cambio la importancia de haber asegurado los requerimientos financieros de Ucrania.
No obstante, la Comisión Europea y Alemania sufrieron una doble derrota en este encuentro comunitario. La oposición de Emmanuel Macron y Giorgia Meloni impidió la aprobación definitiva del acuerdo Unión Europea-Mercosur, a pesar de que no figuraba en el orden del día de la cumbre. Este pacto era de gran interés para el canciller Merz y la presidenta de la CE tenía previsto firmarlo este sábado en Foz de Iguazú, Brasil. El rechazo contundente de Francia, cuyos agricultores se encuentran en conflicto, y las reservas de Italia han forzado el aplazamiento de la firma del acuerdo, al menos, hasta el mes siguiente.
De esta forma, la cumbre de la UE, considerada la más crucial en años recientes, concluyó con un resultado mixto.