Ante el preocupante aumento de tendencias ultraderechistas en países europeos que sufrieron dictaduras fascistas como Alemania, Italia y España, la política contraria a dichos movimientos insiste en la pedagogía como antídoto. Y me pregunto si el mejor antídoto no consistiría en una conducta política en que los partidos se aplicasen a anteponer el interés del ciudadano en lugar de ofender permanentemente su inteligencia y paciencia con mezquinas guerras partidistas. Todo ello, a favor de la práctica pública de la decencia y honestidad de lo que la inmensa mayoría entiende por valores básicos democráticos.
Leo Stober Aublet
Suscriptor Sitges
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