Hace un tiempo que se sabe que el uso de los modelos de inteligencia artificial (como ChatGPT o Copilot) es extremadamente perjudicial para el medio ambiente, puesto que la tecnología necesaria para su funcionamiento requiere altos niveles de refrigeración, por lo que se gasta muchísima agua. Sin embargo, continuamos utilizándola sin reparo. De hecho, su eficacia nos ha engatusado, y su uso cada vez es más promovido. Las noticias sobre este tema no suscitan revuelo, a diferencia de otras sobre el medio ambiente. ¿Avanzamos hacia un ecologismo selectivo que solo denuncia lo que interesa?
Ariadna Barquero Casado
Barcelona
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