Ayer, mi profesora de filosofía decía: “Antes, los niños se emocionaban con la poesía, la lectura y la música; ahora lo hacen viendo La isla de las tentaciones y TikTok”. Tiene razón, pero esto no es nuevo. Ya sabemos que somos una generación atrapada en una degradación intelectual masiva. Ya sabemos que el móvil es malo. Pero somos adictos. Y, en lugar de repetírnoslo, ¿por qué no nos dan soluciones? Lo que necesitamos es ayuda real para salir de esta dependencia.
Julieta Calabuig Casellas
Barcelona
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