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Tras la desconexión

Un corte de luz y la vida de millones de personas se vio afectada. Hay algunas cosas sobre las que reflexionar. La primera, los servicios públicos fueron esenciales para que no se sumiera el país en un caos. Permitieron mantener la seguridad en las calles, los que rescataron a los atrapados en los ascensores y trenes, los que hicieron que los hospitales siguieran funcionando y la radio informando, entre otras cosas. La segunda cosa es que la electricidad y las comunicaciones son servicios básicos que deberían estar gestionados por entes públicos. Y la tercera, el apagón fue un fallo energético, no la invasión de ningún ejército. Es más estratégico apostar por energías renovables y sistemas de almacenamiento para no depender de otros países. Es hora de invertir en la verdadera seguridad del bienestar: servicios públicos fuertes y una infraestructura energética resiliente y sostenible.

Marta Elisa Villar Moreno

Madrid

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