Ayer la hoguera y hoy la sanción. Si la Santa Inquisición castigó a los herejes en nombre de la fe hace siglos, hoy Hacienda persigue a los contribuyentes en nombre del bien común. El ciudadano sigue siendo presunto culpable. Los requisitos, crípticos. Los plazos, inexorables, y el lenguaje, hermético.
El miedo, ayer por la hoguera, hoy por la sanción, sigue funcionando. La redención llega a golpe de pagar, incluso cuando se tiene razón. Hacienda juega con la complejidad normativa además del coste emocional y económico de defenderse, hasta llegar a forzar la rendición del ciudadano. Un buen sistema fiscal no es el que recauda por inercia. Es el que distingue entre obligación y abuso.
Edgar Arribas
Vilafranca del Penedès